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viernes, 22 de febrero de 2013

Capitulo 7.

¡Hola! Perdon por no subir ayer): perooo, tengo buena excusa, me la pase la tarde editando capitulos asi que ya tengo varios para el dia de hoy(: Todo depende de ustedes y sus firmitar, el numero de capitulos que subire g g g♥ ¡EMPEZAMOS MARATON! Cuando vea varias firmitas subo el siguiente capitulo(:
Twitter: @LlaveDeCristal


Capitulo 7.

Estaba en el baño, con una camiseta de ropa interior y mis pantalones a nivel de mis rodillas, al borde de la hiperventilación. Peter estaba al otro lado de la puerta, era como se fuera un imán. Mi corazón seguí tratando de salir hacia afuera de mi pecho, cuando el dijo que necesitaba quitarme mis capris y que evitara usar ropa ajustada sobre la quemadura por un tiempo. Hasta se ofreció a ayudarme a quitar el pantalón, pero eso me hizo sentir como si fuera a vomitar otra vez. Así que en vez de eso, empecé a menearme para quitármelos por mí misma, tratando y fallando, de mantener la tela lejos, para que no tocara mi dañada piel.

Deslice el pantalón un poco más bajo y mordí mi labio para tratar de silenciar un gemido.

-¿Lali? –Peter golpeo ligeramente la puerta-. ¿Estás bien?

-¡Estupendo! –dije de vuelta.

Tire los pantalones de nuevo y jadee.

-Lali, solo déjame ayudarte. Me estas preocupando.

Cerré mis ojos, tratando de pensar una manera de evitar esto. Cojeando torpemente con mis pantalones alrededor de mis rodillas encontré una falda con cintura elástica en mi cesto. La metí por mi cabeza  y la baje hasta cubrir mi ropa interior, y luego me senté en el inodoro. Estaba segura que mis mejillas estaban probablemente de un tono humillantemente rojo. Ahora no podía hacer nada al respecto.

-Bien. Entra.

La puerta se abrió lentamente, y la cabeza de Peter se asomo por la esquina, seguida por el resto de su cuerpo. Le echo un vistazo de mi falda arrugada, y a mis pantalones agrupados en mis rodillas.
Entonces el rio. Una estridente risa, en realidad.

-Esto es tan humillante.

¿Cómo iba a poder tener sexo con el ahora? Apretó sus labios para contener la risa, pero la diversión seguía bailando en sus ojos.

-Lo siento. Sé que te duele. Solo que te ves tan…

-¿Ridícula?

-Bonita.

Le di una mirada honesta.

-Ridículamente bonita.

Su risa era intoxicante, y no pude evitar sonreír a regañadientes.

-Está bien. Ahora que te has reído, ayúdame a sacarme los pantalones –dije con el mismo sarcasmo con el que había estado apoyándome desde que el entro.

O no capto el sarcasmo o solo no le importo, porque sus ojos se fijaron en mi de una manera que solo podría describir como completamente depredadora. De pronto, algo más que mi pierna estaba ardiendo.

Me miro por un momento antes de bajar los ojos y se aclaro la garganta. Arrodillándose junto a mí y tomando mi pierna entre sus manos.

Yo ya había empezado a bajar los Capris, así que la quemadura estaba casi cubierta. El aclaro su garganta otra vez y luego deslizo su mano por una pierna del pantalón.

ATAQUE. AL. CORAZON.

Estaba bastante segura de que estaba teniendo uno.

Usando su otra mano bajo mis pantalones hasta debajo de mis rodillas y me miro, aclarando su garganta otra vez, y dijo: -¿Me das tu mano? Mantén tu mano aquí, y tira de la tela tan lejos de tu pierna como puedas. Voy hacer lo mismo en la parte de adentro, así trataremos de sacártelo sin tocar la quemadura.

Asentí, mientras mi mano estaba diez veces más estable que mi corazón.

Deslizo su mano hacia arriba y afuera, sintiendo un ligero toque que me enviaba escalofríos. El hizo lo que 
dijo, aparto la tela lejos de mi piel dañada y luego, juntos, intentamos sacar los pantalones.

No era la misión más exitosa. Esos jeans eran indecentemente apretados, y gracias a Eugenia pase un largo tiempo encogiéndome mientras la tela chocaba con mi piel.

-Lo siento –se disculpo como si fuera su culpa. Quería corregirlo, pero amaba la forma en que decía “lo siento” tanto, que lo deje pensar.

Luego de un minuto o dos de una lenta y cuidadosa maniobra, mis jeans cayeron al suelo.

Ambos reímos, de la forma en que ves a las personas en las películas reír junto después de haber lanzado una bomba. Y cuando pare de reír, me di cuenta que su mano seguía en mi pierna. Una mano estaba ahuecada en mi tobillo, y la otra rozaba suavemente contra la piel alrededor de la quemadura.

Si el seguí tocándome así, me iba a derretir como un charco aquí mismo, en el suelo.

-Um, gracias.

El pareció darse cuenta de lo que estaba haciendo y sus ojos se movieron rápidamente a sus manos e inmediatamente sonrió, pasando la mano lentamente por mi pierna, y luego retirándola.

-No hay problema. Ahora necesitamos que se enfrié, podríamos dejarla bajo agua fría. –Imagine mi pierna subiéndola al fregadero o ambos tratando de intentarlo. Mi cara me deba haber delatado, por el añadió-: O solo poner un paño frio y húmedo, funcionara.

Le entregue una toalla de la cesta que se encontraba atrás de mi y él se volteo al fregadero, esperando  a que el agua se enfrié antes de ponerla sobre la herida. Contuve el aliento mientras el la puso sobre la quemadura haciendo que el frio se sintiera bien, lo suficiente como para relajarme por primera vez desde que entramos a mi apartamento.

-¿Mejor?

Asentí con la cabeza. –Mucho. Nunca me pondré jeans tan ajustados otra vez.

El sonrió. –Eso sería una lástima.

Iba a tener que conseguirme un ventilador se él seguía diciendo cosas como esas.

-Escucha –comenzó diciendo-. Lo siento, nunca debí haberte empujado a subir a la moto.

-No es tu culpa que no sepa nada de motos.

-No puedo creer que nunca hayas estado en una moto.

-Sí, bueno, hay muchas cosas que nunca he hecho.

El arqueo una ceja. -¿Cómo cuales?

-Bueno…-juro que mis latidos sonaban como estu-pida, estu-pida, mientras lo escuchaba en mis oídos-. Um, hasta ahora nunca había conocido a alguien que fuer británico.

Rio, pasando sus dedos, inconscientemente, a través de su cabello, dándome ganas de pasar los míos.

El dijo: -Por eso me besaste, ¿No? Todas las chicas estadounidenses aman los acentos.

Trague mi sonrisa y dije: -Creo que tú eres el que me besaste.

Se puso de pie y  su desordenado cabello rubio caía por su frente, enmarcando esos ojos diabólicos. –Así que fui yo.

Continuara...

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