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sábado, 23 de febrero de 2013

Capitulo 11.

¡Hola! Aca les dejo otro capitulo(: Les aviso que en un rato me ire y no podre subir otro, porque mañana tampoc subo u.u hasta el Lunes las veo♥ Me alegra que les este gustando la adaptacion, porque esto lo hago solo por ustedes(: ¡Hasta el Lunes!
¡Les mando besos de amor!
Twitter: @LlaveDeCristal


Capitulo 11.

Cuatro.

Ese es el número de personas que me vieron escondida en la esquina de mi propio apartamento en tan solo una falda y un sujetador.

Once.

Ese es el número de picaduras de hormigas que tengo en mis pies descalzos.

Veintisiete.

Es el número de veces que estuve tentada a hacerme daño físico porque soy una IDIOTA.

Una.

Ese es el número de veces que trate de no llorar, pero fracase.

Peter se quedo en mi apartamento por unos diez minutos después de me fui. Todo el tiempo mi mente era como la de un niño de cinco años que acababa de tomar una bañera llena de bebidas energéticas. ¿Qué hacia el allí? ¿Solo se vestía reeeaaalmente lento? ¿Miraba mis cosas? ¿Destrozaba mi casa porque había salido corriendo y lo deje ahí como la más grande idiota de este lado de Kanye West en los Video Music Awards’ del 2009?

Cuando por fin salió, lo vi cerrar mi puerta, y luego hacer una pausa. Miro al número metálico del apartamento clavado en el revestimiento, y solo se quedo mirándolo por un rato. Luego sacudió su cabeza y se dirigió a hacia su apartamento.

Espere hasta que ya no pude verlo, y luego espere otros cinco minutos más para estar segura (seis picaduras de hormiga más, un transeúnte mas y cuatro visiones de hacerme daño después).

Tan pronto como entre, me acurruque en mi cama. La misma cama en la que casi había tenido sexo. La misma cama en donde había querido tener sexo…más o menos. La misma cama que había ocupado  un increíblemente sexy y desnudo chico británico. Tal vez acababa de saltar por el precipicio a la Ciudad Locura, pero juraría que el edredón todavía se sentía cálido donde su cuerpo había estado. Al igual que una completa psicópata, apoye mi cara en la almohada y olfatee como las chicas en los libros y en las películas siempre hacían para ver si todavía podía captar su esencia.

No pude. Y me sentí súper espeluznante.

Tampoco podía dormir en esta cama sin volverme loca.

Movi mi almohada al sofá, donde me senté aturdida probablemente en shock. Por lo menos, pude asegurarme de que esto fue solo una humillación privada. Nadie más tenía que saber lo patética que era. Y después de exponer mi limite esquizofrénico antes, estaba bastante segura de que e iba a evitar tan ávidamente como yo había planeado evitarlo a él. Podríamos vivir en el mismo complejo de apartamentos, pero, si por mi fuera, nunca tendríamos que vernos otra vez.

***

La mañana llego demasiado pronto, y me encontraba rígida, de dormir en mi sofá de mierda, durante toda la noche. Además, mi cabeza latía como si realmente me hubiera golpeado en la cara como había estado tentada anoche.

Estúpido tequila.

Me moví lentamente, arrastrándome a entrar y salir de la ducha a un ritmo mucho más lento de lo normal. 
Todavía tenía el pelo mojado cuando alguien llamo a mi puerta. Eugenia prácticamente se cayó sobre mi cuando abrí la puerta, porque había estado tratando de echar un vistazo por la mirilla.

Silenciosamente, sonrió y murmuro: -¿Todavía está aquí?

Suspire y dije: -No, Euge, se ha ido. –Me aleje de ella, sosteniendo mi cabeza para tratar de detener las vueltas que ocurrían ahí, también. Deje la puerta abierta y camine lejos, sabiendo que ella había entrado, incluso si no di una invitación.

-Alguien es un campista malhumorado esta mañana. ¿Qué es? ¿Fue horrible? ¿El era como…minúsculo?

-¡No era minúsculo! –No es que tuviera mucho con que compararlo, pero estaba bastante segura de que ese no era el caso.

-Oh, ¿Así que solo fue malo?

Solo debí haberle dicho que no había ido hasta el final, pero la cabeza me latía y mi estomago se sentía revuelto, y no quería ser forzada a salir de nuevo esta noche para intentar el número dos.

Así que mentí.

-El estuvo bien. Solo tengo resaca.

-¿Bien? ¿BIEN? Vamos, ¡Ese chico era esplendido! Por favor, ¡Al menos pretende que te gusto!

-¡Si me gusto eso! –Si por “eso” hablábamos de la única gran sesión de besos de mi vida-. El me gusto.

Esas palabras salieron de mi boca antes de que pensara realmente en las consecuencias.

-¡Oh no! –Exclamo Eugenia- ¡No, no lo hagas! Sé que fue tu primero y todo, pero eso no significa que tengas que saltar a insta-amor. Esto fue puramente físico, eso es todo. Si tratas de hacer algo estúpido como casarte con este chico, personalmente te arrastrare pataleando y gritando lejos del altar.

-¡No! Tienes razón, por supuesto. –Me encogí de hombros como si no fuera la gran cosa, pero mi garganta se encontraba seca y podía sentir la piel de mi cuello y de mis mejillas poniéndose roja. Esperaba que solo asumiera que me avergoncé, porque normalmente podía distinguir mis mentiras como nadie más-. Juro que no es la gran cosa. No estoy enamorada de él. No voy a casarme. De hecho, apenas me acuerdo de él. –Y por apenas recuerdo me refiero a la mayor parte que no paso. Los demás sentimientos…esos quedaron impresos en mi cerebro. Ni siquiera el poderoso tequila podía llevarse esos recuerdos de mí. Solo deseo que se llevara los recuerdos de como termino.

-Bueno, eso apesta. Pero todo está bien, ¿Verdad?

-Sí. –Me obligue a sonreír-. Todo está bien.

Eugenia me abrazo, y sentía como uno de esos momentos en los que se suponía que debíamos unirnos, conectarnos o pensar sobre la misma cosa, pero desde que todo de mi parte era una mentira, le devolví el abrazo y trate de fingir que me reconfortaba sobre mi torpeza.

-De acuerdo, ahora pon tu trasero en marcha. Si no consigo café antes de clase, me voy a morir. Mi horario de sueño sigue apagado desde las vacaciones de Navidad y me siento como un maldito zombi. –Zombi para Eugenia significaba que se encontraba en un 6 en la escala de alegría en lugar de un 10.

Siempre pensé que yo era una persona extrovertida hasta que me convertí en estudiante de la especialidad de Teatro. Entonces, me di cuenta de que no me gustaba el silencio. Cuando había un montón de gente alrededor dispuesta a ser entretenida, me di cuenta de que prefería por mucho solo observar.

El Starbucks en el campus se hallaba lleno de una horda de otros estudiantes zombis con falta de sueño. En el momento en que conseguí mi macchiato de caramelo, ya me encontraba más o menos despierta y definitivamente íbamos a llegar tarde para la primera clase del último semestre de nuestro último año de universidad.

Lo reservamos para el edificio de Bellas Artes, espectacular mas allá de los grandes inconformistas del arte, fumando fuera de las puertas. Tratamos por el pasillo hasta estar bastante seguras de que las puertas de la pequeña caja negra del teatro en donde teníamos clases de actuación ya habían sido cerradas.

-Shipoopi –dijo Eugenia.

Entonces…porque somos estudiantes de teatro…irrumpimos en la canción de The Music Man. Debido a que a veces la vida necesita un poco de música. (Pero lo hicimos en silencio y avanzando rápido, porque todavía llegábamos tarde a la clase).

No había manera de entrar a este teatro sin hacer una ridícula cantidad de ruido. Las puertas crujían y se golpeaban sin importar lo que hicieras. Empujamos las puertas e inmediatamente escuche a Eric Barnes, jefe del departamento, decir: -¡Tarde!

Automáticamente dijimos: -¡Lo siento, Eric!

Cuidando de que no derramáramos nuestros cafés, nos abríamos paso entre las cortinas que rodeaban las orillas de la habitación, y tome el asiento vacío más cercano a las tarimas.

Puse abajo mi café y fui a organizar mis cosas, hurgando en mi bolso por un lápiz y mi carpeta.

-Como decía –continuo Eric-, Ben Jackson iba a estar enseñando este curso. –Ben prácticamente era nuestro profesor favorito, pero le habían ofrecido un papel en este nuevo espectáculo asesino fuera de Broadway y estaría tomándose el semestre libre-. Pero como todos ustedes saben, estará en Nueva York durante unos meses. Para remplazarlo por el momento, contamos con uno de nuestros más talentosos ex alumnos: el señor Lanzani.

Finalmente encontré un aburrido lápiz en el fondo de mi bolso. Tendría que serlo. Eugenia escogió ese minuto para tomar mi codo y darme un tirón hacia ella. La mire y luego al frente de la clase, hacia donde ella miraba. Entonces, el lápiz que tanto trabajo me había costado encontrar cayo de mi mano y rodo lejos, perdido en el abismo bajo las tarimas.

El nuevo profesor me miraba, a pesar de que todo el mundo aplaudía, y probablemente el debería estar saludando o por lo menos sonriendo. Nuestros ojos se encontraron y, de repente, me sentía muy contenta de que ya hubiera puesto en el suelo mi café.

Porque el nuevo profesor había estado desnudo en mi cama hace solo ocho horas.

Peter era mi maestro.

Continuara...

7 comentarios:

  1. si fuera lali diriaa TRAGAME TIERRAAAAAAAAAAAAAA

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  2. noooooooooooooooooo... es para desaparecer
    quiero masssssssssssssssss
    besos @ari_stafe

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  3. por fin puedo leerlo esrube muy ocupada con los exámenes yo que lali me muero en ese mismo instante bss noe

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