Noe: ¡Si es lo que yo pense! De hecho no sospechaba de nadie, unicamente pensaba que Corin trabajaba con ellas, pero jamas pense que seria una mujer,¡fue como un shock! La mas larga firma, claro, gracias por firmar siempre linda, eres lo mas♥
Cami: ¡No te preocupes linda! Todo bien, yo tambien ando en clases y se me hace dificil leer, y fimar todo aveces u.u besos y gracias por leer(:
Mariana: Nop u.u soy mexicana♥ jaja lo ironico es que yo amaba mas las novelas argentina, ya sabes: las muchas versiones de Chiquititas, Floricienta ,Casi Angeles ,y la mayoria de Cris jaja(: Me encanta, que te encante(; besosss!
Chicas orita subire otro, mas tarde, no se cuando, porque mañana no podre subir u.u ¡No se pierdan el siguienteee!
Twitter: @LlaveDeCristal
La mañana del domingo, Lali se despertó a las diez y media.
Y sólo porque estaba sonando el teléfono. Empezó a dar manotazos buscando el
auricular, entonces se acordó de que estaba en casa de Peter, y volvió a
acurrucarse contra la almohada. ¿Qué más daba que estuviera en su lado de la
cama? Era el teléfono de Peter, y por lo tanto responsabilidad de él.
Peter se removió en la cama, todo calor, dureza y olor a
macho.
—Coge el teléfono, ¿quieres? —dijo soñoliento.
—Es para ti —murmuró ella.
— ¿Cómo lo sabes?
—El teléfono es tuyo. —Odiaba tener que señalar algo obvio.
Musitando algo por lo bajo, Peter se incorporó apoyándose
sobre un codo y se inclinó por encima de Lali para coger el teléfono,
aplastándola contra el colchón.
—Sí —dijo—. Lanzani. —Sí —dijo otra vez tras una breve
pausa—. Está aquí. —Dejó caer el teléfono sobre la almohada enfrente de Lali y
sonrió satisfecho—. Es Ana.
Lali pensó en unas cuantas palabrotas, pero no las dijo.
Peter aún no la había hecho pagar por el «hijo de puta» que había gritado
cuando se golpeó la cabeza contra la mesa, y no quería recordárselo. Se acercó
el auricular al oído y dijo:
—Diga. —Peter se tumbó de nuevo junto a ella.
— ¿Ha sido una noche larga? —le preguntó Ana en tono sarcástico.
—Como de unas doce o trece horas. Lo normal en esta época
del año.
Un cuerpo duro y caliente se apretó contra su espalda, y una
mano dura y caliente se posó sobre su vientre y comenzó a ascender lentamente
hacia sus pechos. Algo más que también estaba duro y caliente empujó contra sus
nalgas.
—Ja, ja —dijo Ana—. Tienes que venir a llevarte este gato.
—Habló como si aquel detalle no fuera negociable.
— ¿Bubú? ¿Por qué? —Como si no lo supiera. Peter le estaba
frotando los pezones, y ella puso una mano sobre la suya para detener sus
dedos. Necesitaba concentrarse, de lo contrario podía terminar haciéndose cargo
otra vez de Bubú.
— ¡Me está destrozando los muebles! ¡Siempre me ha parecido
un gato amable, pero es un demonio destructivo!
—Es que se siente molesto por estar en un lugar extraño.
—Privado de los pezones, Peter, trasladó la mano a otro lugar interesante. Lali
cerró las piernas de golpe para impedir que aquellos dedos se deslizaran.
— ¡No está, ni con mucho, tan molesto como yo! —Ana parecía
más que molesta; parecía ofendida—. Mira, no puedo encargarme de planificar tu
boda teniendo que vigilar a este demonio de gato cada minuto del día.
— ¿Quieres correr el riesgo de que lo maten? ¿Quieres
decirle a mamá que has permitido que un asesino psicópata mutilase a su gato
porque te preocupan más tus muebles que los sentimientos de ella? —Vaya, había
estado estupenda, para haberlo dicho ella. Magistral. Ana respiraba
agitadamente.
—Estás jugando sucio —protestó.
Peter liberó la mano de la trampa de los muslos de Lali y
escogió otro ángulo de ataque: la retaguardia. Aquella mano destructora de todo
raciocinio le acarició el trasero y seguidamente se deslizó hacia abajo
girando, encontró justo lo que buscaba e introdujo dos largos dedos. Lali ahogó
una exclamación y estuvo a punto de soltar el teléfono.
Ana también escogió otro ángulo de ataque.
—Ni siquiera estás viviendo en tu casa, estás en casa de
Peter. Bubú estará bien ahí.
Oh, no. No podía concentrarse. Los dedos de Peter eran
grandes y ásperos, y la estaban sacando de sus cabales. Era su venganza por
obligarlo a contestar al teléfono, pero si no paraba iba a encontrarse con un
gato enfurecido haciendo trizas todo lo que hubiera en su casa.
—Sólo tienes que mimarlo mucho —consiguió articular Lali—. Y
se tranquilizará. —Sí, en un par de semanas—. Sobre todo, le gusta que le
rasquen las orejas.
—Ven a buscarlo.
— ¡Ana, no puedo meter un gato en la casa de otra persona!
—Claro que puedes. Peter aguantaría una manada de gatos
salvajes y maníacos con tal de meterse dentro de tus bragas. ¡Usa tu poder
ahora, mientras dure! Dentro de unos meses ni siquiera se molestará en afeitarse
antes de meterse en la cama contigo.
Genial. Ana estaba intentando convertir aquello en una
cuestión de lucha de poderes masculino y femenino.
Los nudillos de Peter le rozaron el clítoris, y estuvo a
punto de soltar un maullido. Pero logró decir:
—No puedo. —Aunque no estaba segura de a quién se lo decía,
a Ana o a Peter.
—Sí que puedes —Dijo Peter en un tono grave y untuoso.
—Oh, por Dios —le chilló Ana al oído—, lo estás haciendo en este preciso momento, ¿no
es verdad? ¡Lo he oído! ¡Estás hablando conmigo por teléfono mientras Peter te
está follando!
—No, no —balbuceó Lali, y Peter la convirtió acto seguido en
una mentirosa sacando los dedos y sustituyéndolos por una fuerte embestida de
su plena erección matinal. Lali se mordió el labio, pero de todos modos se le
escapó un sonido ahogado.
—Ya veo que estoy perdiendo el tiempo hablando contigo ahora
—dijo Ana—. Volveré a llamar cuando no estés «ocupada». ¿Cuánto suele tardar?
¿Cinco minutos? ¿Diez?
Ahora quería una cita. Ya que lo de morderse el labio no
había funcionado, Lali probó a morder la almohada. Buscando desesperadamente un
momento de control, sólo un momento, consiguió decir:
—Un par de horas.
— ¡Dos horas! —Ana estaba chillando de nuevo. Entonces hizo
una pausa—. ¿Tiene algún hermano?
—C-cuatro.
— ¡Cielo santo! —Hubo otra pausa más mientras Ana,
evidentemente, sopesaba las ventajas y desventajas de desechar a Federico y
quedarse con un Lanzani. Por fin lanzó un suspiro—. Voy a tener que volver a
pensar mi estrategia. Seguramente preferirías dejar que Bubú destroce mi casa,
ladrillo a ladrillo, antes que hacer nada que lo eche todo a rodar, ¿no es así?
—Lo has pillado —asintió Lali cerrando los ojos. Peter
cambió de postura, se puso de rodillas y se colocó a horcajadas sobre la pierna
derecha de ella al tiempo que apoyaba la izquierda sobre su propio brazo. Al
sujetarla de aquella manera, su penetración fue profunda y recta, y su muslo
izquierdo rozaba precisamente donde más efecto hacía. Lali tuvo que morder de
nuevo la almohada.
—Está bien, ya te dejo en paz. —Ana parecía derrotada—. Lo
he intentado.
—Adiós —dijo Lali con voz ronca, y manoteó para devolver el
auricular a su sitio, pero no pudo alcanzarla.
Peter se inclinó hacia delante
para hacer los honores, y aquel movimiento lo llevó tan adentro del cuerpo de
Lali que ésta lanzó una exclamación mientras llegaba al orgasmo.
Cuando pudo hablar otra vez, se retiró el pelo de la cara y
dijo:
—Eres malvado. —Estaba jadeante y débil, incapaz de hacer
otra cosa que no fuera quedarse allí tumbada.
—No, nena, soy bueno —replicó él, y lo demostró.
Cuando quedó tendido a su lado, lacio y sudoroso, dijo con
voz soñolienta:
—He creído entender que hemos estado a punto de traernos de
nuevo a Bubú.
—Sí, y tú no has ayudado mucho precisamente —gruñó Lali—.
Además, Ana sabía lo que estabas haciendo. Jamás podré borrar esto.
Otra vez sonó el teléfono. Lali dijo:
—Si es Ana, no estoy.
—Como que se lo va a creer —repuso Peter al tiempo que
buscaba el auricular.
—No me importa lo que crea, mientras no tenga que hablar con
ella en este preciso instante.
—Diga —dijo Peter—. Sí, está aquí.
Le tendió el teléfono y ella lo cogió, mirándolo con cara de
pocos amigos. Él formó con la boca la palabra «Agustina», y Lali suspiró
aliviada.
—Hola, Agus.
—Hola. Escucha, llevo un rato intentando llamar a Candela.
Tengo unas fotos de Eugenia de las que ella quería copias, y necesito su
dirección para enviárselas. Ayer mismo estuve ahí, pero ¿quién se fija en los nombres
de las calles y en los números? De todos modos, no contesta al teléfono, así
que ¿tienes su dirección?
Lali se incorporó en la cama sintiendo que un escalofrío le
recorría la piel desnuda.
— ¿Que no contesta? ¿Cuánto tiempo llevas intentando
llamarla?
—Desde las ocho, creo. Unas tres horas. —De repente Agustina
lo comprendió, y dijo—: Oh, Dios.
Peter estaba ya fuera de la cama poniéndose los pantalones.
— ¿Quién? —preguntó bruscamente, y encendió su teléfono
móvil.
—Candela —respondió Jaine con un nudo en la garganta—.
Escucha, Agustina, puede que no sea nada. Es posible que haya ido a la iglesia
o a desayunar con Victorio. A lo mejor está con él. Lo comprobaré y le diré que
te llame cuando contacte con ella, ¿de acuerdo?
Peter marcó varios números en su teléfono móvil al tiempo
que sacaba una camisa limpia del armario y se la ponía. Cogió sus calcetines y
sus zapatos, y salió de la habitación hablando en voz tan baja que Lali no
logró oír lo que decía.
Ella le dijo a Agustina:
—Peter está llamando a alguien. La encontrará. —Colgó sin
despedirse, acto seguido saltó de la cama y empezó a buscar su ropa. Estaba
temblando, con más intensidad a cada segundo que pasaba. Sólo unos minutos
antes se sentía en la misma gloria, y ahora aquel horrible terror la estaba
poniendo enferma; el contraste resultaba casi paralizante.
Entró a trompicones en la sala de estar, abrochándose los
vaqueros, y vio a Peter saliendo por la puerta. Llevaba su pistola y su placa.
— ¡Espera! —gritó presa del pánico.
—No. —Él se detuvo con una mano en el picaporte—. No puedes
venir.
—Sí que puedo. —Lali miró nerviosa a su alrededor buscando
sus zapatos. Estaban en el dormitorio, maldita sea—. ¡Espérame!
—Lali. —Era su tono de policía—. No. Si ha sucedido algo, no
harás más que estorbar. No te permitirán entrar, y hace demasiado calor para
quedarte sentada dentro del coche. Ve a casa de Rochi y aguarda allí. Te
llamaré en cuanto sepa algo.
Lali aún estaba temblando, y ahora también lloraba. No era de
extrañar que Peter no quisiera llevársela consigo. Se pasó una mano por la
cara.
— ¿Lo-lo prometes?
—Lo prometo. —Su expresión se ablandó—. Ten cuidado de camino
a casa de Rochi , y, mi amor, no dejes entrar a nadie, ¿de acuerdo?
Ella afirmó con la cabeza, sintiéndose menos que inútil.
—De acuerdo.
—Te llamaré —volvió a decir Peter, y se fue.
esta muy buenaaa!! me encanta :)
ResponderEliminarpero si no va a subir mña tendrias que subir 2 mas jijiji
por el del jueves y por el del domingo y ahi estariamos check!
jajaja! sube lo que puedas nomas pero espero el proximoooooo , ojala que cande alcanzara a dejar algooo estare atenta esperandooooooooooooooooo
ojala qno te duermas jejeje saludoooooooooooos Gabi
Mas noveeee
ResponderEliminarno quiero que rochi o lali mueran :( la minima esperanza tengo q cande este viva pero bueno que lindo fue mi amor de peter :) fue hermoso
ResponderEliminaryo tambien me quede con la boca abierta cuando decia que era mujer osea que loca enferma con razon se les sacaba los labiales y se los ponia
bss noe
volvi a leer los cap donde habla corin y hay cosas q me dejaron pensado osea la madre queria que fuera el hobre perfecto y entonces tengo una hipótesis era hombre y se iso mujer no del todo por que tambien lei los cap donde el compañero de peter le decia que habia hecho el asesinó con euge osea re sicópata y tambien me di cuenta que dice q mato a su madre mas misterio tiene la nove y eso me encanta jaja noe
EliminarOjala falte muchoooo para q se acabe lá nove, la voy a extranar demasiado jajajaja
ResponderEliminar/Mariana
aaa q no haya muerto cande por favoorrrr me muerooo
ResponderEliminarmaass