Vistas de página en total

sábado, 9 de febrero de 2013

Capitulo 48.

¡Buenasss!¡ Les dije, les dije que se sorprenderian! Ya se es una loca maniatica): a mi me daba miedo y de todo; luego se sabra el porque "Corin" era mujer, tambien te sorprendes un poco con eso jaja u.u
Noe: ¡Si es lo que yo pense! De hecho no sospechaba de nadie, unicamente pensaba que Corin trabajaba con ellas, pero jamas pense que seria una mujer,¡fue como un shock! La mas larga firma, claro, gracias por firmar siempre linda, eres lo mas♥
Cami: ¡No te preocupes linda! Todo bien, yo tambien ando en clases y se me hace dificil leer, y fimar todo aveces u.u besos y gracias por leer(:
Mariana: Nop u.u soy mexicana♥ jaja lo ironico es que yo amaba mas las novelas argentina, ya sabes: las muchas versiones de Chiquititas, Floricienta ,Casi Angeles ,y la mayoria de Cris jaja(: Me encanta, que te encante(; besosss!
Chicas orita subire otro, mas tarde, no se cuando, porque mañana no podre subir u.u ¡No se pierdan el siguienteee!
Twitter: @LlaveDeCristal



La mañana del domingo, Lali se despertó a las diez y media. Y sólo porque estaba sonando el teléfono. Empezó a dar manotazos buscando el auricular, entonces se acordó de que estaba en casa de Peter, y volvió a acurrucarse contra la almohada. ¿Qué más daba que estuviera en su lado de la cama? Era el teléfono de Peter, y por lo tanto responsabilidad de él.

Peter se removió en la cama, todo calor, dureza y olor a macho.

—Coge el teléfono, ¿quieres? —dijo soñoliento.

—Es para ti —murmuró ella.

— ¿Cómo lo sabes?

—El teléfono es tuyo. —Odiaba tener que señalar algo obvio.

Musitando algo por lo bajo, Peter se incorporó apoyándose sobre un codo y se inclinó por encima de Lali para coger el teléfono, aplastándola contra el colchón.

—Sí —dijo—. Lanzani. —Sí —dijo otra vez tras una breve pausa—. Está aquí. —Dejó caer el teléfono sobre la almohada enfrente de Lali y sonrió satisfecho—. Es Ana.

Lali pensó en unas cuantas palabrotas, pero no las dijo. Peter aún no la había hecho pagar por el «hijo de puta» que había gritado cuando se golpeó la cabeza contra la mesa, y no quería recordárselo. Se acercó el auricular al oído y dijo:

—Diga. —Peter se tumbó de nuevo junto a ella.

— ¿Ha sido una noche larga? —le preguntó Ana en tono sarcástico.

—Como de unas doce o trece horas. Lo normal en esta época del año.

Un cuerpo duro y caliente se apretó contra su espalda, y una mano dura y caliente se posó sobre su vientre y comenzó a ascender lentamente hacia sus pechos. Algo más que también estaba duro y caliente empujó contra sus nalgas.

—Ja, ja —dijo Ana—. Tienes que venir a llevarte este gato. —Habló como si aquel detalle no fuera negociable.

— ¿Bubú? ¿Por qué? —Como si no lo supiera. Peter le estaba frotando los pezones, y ella puso una mano sobre la suya para detener sus dedos. Necesitaba concentrarse, de lo contrario podía terminar haciéndose cargo otra vez de Bubú.

— ¡Me está destrozando los muebles! ¡Siempre me ha parecido un gato amable, pero es un demonio destructivo!

—Es que se siente molesto por estar en un lugar extraño. —Privado de los pezones, Peter, trasladó la mano a otro lugar interesante. Lali cerró las piernas de golpe para impedir que aquellos dedos se deslizaran.

— ¡No está, ni con mucho, tan molesto como yo! —Ana parecía más que molesta; parecía ofendida—. Mira, no puedo encargarme de planificar tu boda teniendo que vigilar a este demonio de gato cada minuto del día.

— ¿Quieres correr el riesgo de que lo maten? ¿Quieres decirle a mamá que has permitido que un asesino psicópata mutilase a su gato porque te preocupan más tus muebles que los sentimientos de ella? —Vaya, había estado estupenda, para haberlo dicho ella. Magistral. Ana respiraba agitadamente.

—Estás jugando sucio —protestó.

Peter liberó la mano de la trampa de los muslos de Lali y escogió otro ángulo de ataque: la retaguardia. Aquella mano destructora de todo raciocinio le acarició el trasero y seguidamente se deslizó hacia abajo girando, encontró justo lo que buscaba e introdujo dos largos dedos. Lali ahogó una exclamación y estuvo a punto de soltar el teléfono.

Ana también escogió otro ángulo de ataque.

—Ni siquiera estás viviendo en tu casa, estás en casa de Peter. Bubú estará bien ahí.

Oh, no. No podía concentrarse. Los dedos de Peter eran grandes y ásperos, y la estaban sacando de sus cabales. Era su venganza por obligarlo a contestar al teléfono, pero si no paraba iba a encontrarse con un gato enfurecido haciendo trizas todo lo que hubiera en su casa.

—Sólo tienes que mimarlo mucho —consiguió articular Lali—. Y se tranquilizará. —Sí, en un par de semanas—. Sobre todo, le gusta que le rasquen las orejas.

—Ven a buscarlo.

— ¡Ana, no puedo meter un gato en la casa de otra persona!

—Claro que puedes. Peter aguantaría una manada de gatos salvajes y maníacos con tal de meterse dentro de tus bragas. ¡Usa tu poder ahora, mientras dure! Dentro de unos meses ni siquiera se molestará en afeitarse antes de meterse en la cama contigo.

Genial. Ana estaba intentando convertir aquello en una cuestión de lucha de poderes masculino y femenino.
Los nudillos de Peter le rozaron el clítoris, y estuvo a punto de soltar un maullido. Pero logró decir:

—No puedo. —Aunque no estaba segura de a quién se lo decía, a Ana o a Peter.

—Sí que puedes —Dijo Peter en un tono grave y untuoso.

—Oh, por Dios —le chilló Ana al oído—, lo  estás haciendo en este preciso momento, ¿no es verdad? ¡Lo he oído! ¡Estás hablando conmigo por teléfono mientras Peter te está follando!

—No, no —balbuceó Lali, y Peter la convirtió acto seguido en una mentirosa sacando los dedos y sustituyéndolos por una fuerte embestida de su plena erección matinal. Lali se mordió el labio, pero de todos modos se le escapó un sonido ahogado.

—Ya veo que estoy perdiendo el tiempo hablando contigo ahora —dijo Ana—. Volveré a llamar cuando no estés «ocupada». ¿Cuánto suele tardar? ¿Cinco minutos? ¿Diez?

Ahora quería una cita. Ya que lo de morderse el labio no había funcionado, Lali probó a morder la almohada. Buscando desesperadamente un momento de control, sólo un momento, consiguió decir:

—Un par de horas.

— ¡Dos horas! —Ana estaba chillando de nuevo. Entonces hizo una pausa—. ¿Tiene algún hermano?

—C-cuatro.

— ¡Cielo santo! —Hubo otra pausa más mientras Ana, evidentemente, sopesaba las ventajas y desventajas de desechar a Federico y quedarse con un Lanzani. Por fin lanzó un suspiro—. Voy a tener que volver a pensar mi estrategia. Seguramente preferirías dejar que Bubú destroce mi casa, ladrillo a ladrillo, antes que hacer nada que lo eche todo a rodar, ¿no es así?

—Lo has pillado —asintió Lali cerrando los ojos. Peter cambió de postura, se puso de rodillas y se colocó a horcajadas sobre la pierna derecha de ella al tiempo que apoyaba la izquierda sobre su propio brazo. Al sujetarla de aquella manera, su penetración fue profunda y recta, y su muslo izquierdo rozaba precisamente donde más efecto hacía. Lali tuvo que morder de nuevo la almohada.

—Está bien, ya te dejo en paz. —Ana parecía derrotada—. Lo he intentado.

—Adiós —dijo Lali con voz ronca, y manoteó para devolver el auricular a su sitio, pero no pudo alcanzarla.

Peter se inclinó hacia delante para hacer los honores, y aquel movimiento lo llevó tan adentro del cuerpo de Lali que ésta lanzó una exclamación mientras llegaba al orgasmo.

Cuando pudo hablar otra vez, se retiró el pelo de la cara y dijo:

—Eres malvado. —Estaba jadeante y débil, incapaz de hacer otra cosa que no fuera quedarse allí tumbada.

—No, nena, soy bueno —replicó él, y lo demostró.

Cuando quedó tendido a su lado, lacio y sudoroso, dijo con voz soñolienta:

—He creído entender que hemos estado a punto de traernos de nuevo a Bubú.

—Sí, y tú no has ayudado mucho precisamente —gruñó Lali—. Además, Ana sabía lo que estabas haciendo. Jamás podré borrar esto.

Otra vez sonó el teléfono. Lali dijo:

—Si es Ana, no estoy.

—Como que se lo va a creer —repuso Peter al tiempo que buscaba el auricular.

—No me importa lo que crea, mientras no tenga que hablar con ella en este preciso instante.

—Diga —dijo Peter—. Sí, está aquí.

Le tendió el teléfono y ella lo cogió, mirándolo con cara de pocos amigos. Él formó con la boca la palabra «Agustina», y Lali suspiró aliviada.

—Hola, Agus.

—Hola. Escucha, llevo un rato intentando llamar a Candela. Tengo unas fotos de Eugenia de las que ella quería copias, y necesito su dirección para enviárselas. Ayer mismo estuve ahí, pero ¿quién se fija en los nombres de las calles y en los números? De todos modos, no contesta al teléfono, así que ¿tienes su dirección?

Lali se incorporó en la cama sintiendo que un escalofrío le recorría la piel desnuda.

— ¿Que no contesta? ¿Cuánto tiempo llevas intentando llamarla?

—Desde las ocho, creo. Unas tres horas. —De repente Agustina lo comprendió, y dijo—: Oh, Dios.

Peter estaba ya fuera de la cama poniéndose los pantalones.

— ¿Quién? —preguntó bruscamente, y encendió su teléfono móvil.

—Candela —respondió Jaine con un nudo en la garganta—. Escucha, Agustina, puede que no sea nada. Es posible que haya ido a la iglesia o a desayunar con Victorio. A lo mejor está con él. Lo comprobaré y le diré que te llame cuando contacte con ella, ¿de acuerdo?

Peter marcó varios números en su teléfono móvil al tiempo que sacaba una camisa limpia del armario y se la ponía. Cogió sus calcetines y sus zapatos, y salió de la habitación hablando en voz tan baja que Lali no logró oír lo que decía.

Ella le dijo a Agustina:

—Peter está llamando a alguien. La encontrará. —Colgó sin despedirse, acto seguido saltó de la cama y empezó a buscar su ropa. Estaba temblando, con más intensidad a cada segundo que pasaba. Sólo unos minutos antes se sentía en la misma gloria, y ahora aquel horrible terror la estaba poniendo enferma; el contraste resultaba casi paralizante.

Entró a trompicones en la sala de estar, abrochándose los vaqueros, y vio a Peter saliendo por la puerta. Llevaba su pistola y su placa.

— ¡Espera! —gritó presa del pánico.

—No. —Él se detuvo con una mano en el picaporte—. No puedes venir.

—Sí que puedo. —Lali miró nerviosa a su alrededor buscando sus zapatos. Estaban en el dormitorio, maldita sea—. ¡Espérame!

—Lali. —Era su tono de policía—. No. Si ha sucedido algo, no harás más que estorbar. No te permitirán entrar, y hace demasiado calor para quedarte sentada dentro del coche. Ve a casa de Rochi y aguarda allí. Te llamaré en cuanto sepa algo.

Lali aún estaba temblando, y ahora también lloraba. No era de extrañar que Peter no quisiera llevársela consigo. Se pasó una mano por la cara.

— ¿Lo-lo prometes?

—Lo prometo. —Su expresión se ablandó—. Ten cuidado de camino a casa de Rochi , y, mi amor, no dejes entrar a nadie, ¿de acuerdo?

Ella afirmó con la cabeza, sintiéndose menos que inútil.

—De acuerdo.

—Te llamaré —volvió a decir Peter, y se fue.

6 comentarios:

  1. esta muy buenaaa!! me encanta :)
    pero si no va a subir mña tendrias que subir 2 mas jijiji
    por el del jueves y por el del domingo y ahi estariamos check!
    jajaja! sube lo que puedas nomas pero espero el proximoooooo , ojala que cande alcanzara a dejar algooo estare atenta esperandooooooooooooooooo
    ojala qno te duermas jejeje saludoooooooooooos Gabi

    ResponderEliminar
  2. no quiero que rochi o lali mueran :( la minima esperanza tengo q cande este viva pero bueno que lindo fue mi amor de peter :) fue hermoso
    yo tambien me quede con la boca abierta cuando decia que era mujer osea que loca enferma con razon se les sacaba los labiales y se los ponia
    bss noe

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. volvi a leer los cap donde habla corin y hay cosas q me dejaron pensado osea la madre queria que fuera el hobre perfecto y entonces tengo una hipótesis era hombre y se iso mujer no del todo por que tambien lei los cap donde el compañero de peter le decia que habia hecho el asesinó con euge osea re sicópata y tambien me di cuenta que dice q mato a su madre mas misterio tiene la nove y eso me encanta jaja noe

      Eliminar
  3. Ojala falte muchoooo para q se acabe lá nove, la voy a extranar demasiado jajajaja
    /Mariana

    ResponderEliminar
  4. aaa q no haya muerto cande por favoorrrr me muerooo
    maass

    ResponderEliminar