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jueves, 31 de enero de 2013

Capitulo 40.

¡Hola! Ya mañana y se acaba la semana, gracias a Dios. Tendre fin de semana largo, asi que esos dias le adelantare en la novela, y asi(: ¡Hasta mañana princesas! Orita me ire un rato a Twitter.
¡Les mando besitos de amor!
Twitter: @LlaveDeCristal


Intentó abalanzarse dejando a Peter a un lado, pero éste le bloqueó el paso con el brazo extendido y se volvió para que su gran cuerpo le impidiera entrar.

—Ve a mi casa y llama al 911 —ladró—. ¡Vamos!

—Pero Bubú...

— ¡Vete! —vociferó al tiempo que le propinaba un empujón que estuvo a punto de lanzarla volando fuera del porche. Acto seguido, giró sobre sus talones y entró en la casa.

Era policía; en aquella ocasión tenía que fiarse de él. Con los dientes castañeteando, Lali regresó corriendo a casa de Peter y entró en la cocina, donde había un teléfono inalámbrico. Lo agarró, pulsó el botón de conexión y marcó el 911.

— ¿Desde dónde llama? —La voz era impersonal y casi carente de interés.

—Er... desde la casa de al lado. —Lali cerró los ojos—. Quiero decir que estoy llamando desde la casa de mi vecino. Han desvalijado mi casa. —Les dio su dirección—. Mi vecino es policía, y en este momento está registrando la casa. —Llevándose consigo el teléfono, fue hasta el porche principal y observó su pequeña casita en la que ahora se veían luces brillando en dos ventanas. Vio encenderse también la del dormitorio—. Va armado...

— ¿Quién es? —El interlocutor parecía alarmado de pronto.

— ¡Es mi vecino! ¡Diga a la policía que si ven a un hombre medio desnudo con un arma, no disparen, que es uno de ellos! —Lali aspiró profundamente. El corazón le latía con tanta fuerza que creyó enfermar—. Yo voy para allá.

— ¡No! Señora, no vaya allí. Si su vecino es policía, no se entrometa. Señora, ¿está escuchando?

—Sigo aquí. —No dijo que estuviera escuchando. Le temblaba la mano, lo cual hacía que el teléfono repiqueteara contra su boca.

—Continúe al teléfono, señora, para que yo pueda mantener informados de la situación a los agentes encargados. Ya se han enviado varias unidades a su domicilio, llegarán dentro de unos minutos. Tenga un poco de paciencia, por favor.

Lali no podía tener paciencia, pero sí podía tener sensatez.

Aguardó en el porche, con las lágrimas resbalándole por las mejillas y contemplando fijamente su propia casa, la cual Peter registraba metódicamente poniendo su vida en peligro cada vez que entraba en una habitación. No se atrevió a pensar en Bubú. El interlocutor de la policía dijo algo más, pero ella había dejado de escuchar, aunque hizo un ruido para darle a entender que seguía allí. A lo lejos oyó el sonido estridente de las sirenas.

Peter salió al porche trasero con Bubú acurrucado en su brazo izquierdo.

— ¡Bubú!

Lali soltó el teléfono y corrió hacia ellos. Peter le permitió coger al gato y después volvió a guardarse la pistola en la cintura.

—Quienquiera que haya hecho esto no se ha quedado por aquí —dijo Peter al tiempo que la rodeaba con un brazo y la instaba a regresar a su casa.

Con Bubú a salvo y malhumorado en sus brazos, Lali frenó en seco.

—Quiero ver...

—Aún no. Deja primero que los técnicos realicen su trabajo, tal vez encuentren algo que nos proporcione una pista de quién es ese cabrón.

—Pero tú sí has entrado...

—Y he tenido cuidado de no tocar nada —replicó él, exasperado—. Ven, vamos a sentarnos. Los chicos llegarán dentro de un minuto.

Lali recordó que había tirado el teléfono. Lo recogió y se lo entregó a Peter.

—Aún está en la línea el 911.

Peter se lo llevó al oído, pero sin dejar de sujetar firmemente a Lali mientras hacía un sucinto resumen de la situación y decía que la casa se encontraba despejada. Después desconectó, rodeó con los dos brazos a Lali —y a Bubú— y la estrechó contra sí.

— ¿Dónde has encontrado a Bubú?

—Estaba escondido debajo de esa estantería del pasillo.

Lali acarició la cabeza del gato, agradecida de que estuviera bien, y a punto estuvo de llorar otra vez. Si algo le ocurriera a Bubú, su madre no se lo perdonaría jamás.

— ¿Tú crees que ha sido él? —preguntó a Peter en tono grave.

Él guardó silencio por espacio de unos instantes. Las sirenas se oían ya mucho más cerca, un sonido que se hacía cada vez más audible en medio del quieto aire de la noche. Al tiempo que dos coches doblaban la esquina para entrar en la calle, dijo:

—No puedo permitirme el lujo de no creerlo.

Arriba y abajo de la calle se iban encendiendo luces varias cabezas asomaban por las puertas. Peter y Lali fueron al encuentro de los agentes de patrulla.

—Detective Lanzani —dijo uno de los patrulleros, sonriente—. Así que es usted el hombre medio desnudo al que nos han dicho que no debemos disparar.

Peter miró ceñudo a Lali. Ella abrazó a Bubú contra sí.

—Llevas una pistola —explicó—. No quería que te dispararan por equivocación.

Sadie y George Kulavich bajaron por su acera y se quedaron mirando con ojos entornados las luces de la policía. Los dos llevaban sendas batas encima de los pijamas; el señor Kulavich iba calzado con pantuflas, pero su mujer se había puesto unas botas de agua. La señora Kulavich torció el cuello y se acercó un poco. 

Al otro lado de la calle, Lali vio que la señora Holland salía por la puerta principal.

Peter lanzó un suspiro.

—He registrado la casa —les dijo a los agentes—. La han destrozado, pero no hay nadie dentro. 
Encárguense de esto mientras yo me pongo una camisa.

La señora Kulavich se había acercado lo bastante para oírlo. Le mostró una ancha sonrisa.

—Por mí no te preocupes —le dijo.

— ¡Sadie! —exclamó el señor Kulavich en tono de censura.

— ¡Oh, cállate, George! ¡Soy una vieja, pero no una momia!

—Ya te lo recordaré la próxima vez que quiera ver el Canal Playboy —gruñó él.

Peter tosió y entró en su casa con la pistola pegada a la pierna, para que sus ancianos vecinos de ojos vivos no la vieran y se alteraran en exceso.

Lali advirtió el aire especulativo que brillaba en las miradas de los vecinos al escrutarla. Se acordó de que no se había puesto el sujetador y supuso que casi seguro la blusa de seda lo ponía claramente de manifiesto. No se miró para comprobarlo, sino que mantuvo a Bubú cerca de su pecho. Tampoco se llevó una mano a la cabeza para tocarse el pelo, porque ya sabía que lo tenía revuelto. Se le había mojado con la lluvia, después se le había enmarañado en la cama con Peter durante un par de horas; probablemente lo tenía todo de punta. Y dado el estado de desnudez de Peter... bueno. Se imaginó que la conclusión que estarían sacando todos era bastante acertada.

Pensar en los vecinos era más fácil que pensar en su casa.

Después de la primera y horrible impresión que le había causado la cocina, no sabía si deseaba ver el resto de la vivienda. Aquello, tan poco tiempo después del trauma que le supuso la muerte de Eugenia, era casi más de lo que podía soportar, de manera que se concentró en otras cosas, tales como el modo en que le guiñó un ojo la señora Kulavich cuando Peter salió de la casa vestido con un polo por dentro del vaquero y la placa ajustada al cinturón. Se preguntó si se habría puesto ropa interior.

— ¿Estás de servicio? —le preguntó fijándose en la placa.

—Bien podría estarlo. Me encuentro en la escena del delito, y a partir de las once todos estamos disponibles.

Lali lo miró boquiabierta.

—A partir de las once... Por cierto, ¿qué hora es?

—Casi medianoche.

—Pobre Bubú —dijo horrorizada—. ¿Podrías intentar buscar algo de comida para él y traerme una lata para que pueda darle de comer?

Peter la observó con una expresión en los ojos que le decía que ella estaba intentando eludir la realidad de lo que le había sucedido a la casa, pero también decía que lo comprendía.

—De acuerdo, voy a buscarle algo. —Dirigió una mirada a la señora Kulavich—. Sadie, ¿por qué no os lleváis Eleanor y tú a Lali a mi casa y preparáis un poco de café, eh?

—Por supuesto, querido.

Flanqueada por la señora Kulavich y la señora Holland, Lali regresó al interior de la casa de Peter y entró en la cocina. Dejó a Bubú en el suelo y miró alrededor con interés, ya que aquélla era la primera vez que veía algo de la casa. Antes no se habían molestado en encender las luces hasta que ella empezó a vestirse, de modo que había visto el dormitorio y la sala de estar, los cuales estaban amueblados tan sólo con lo más esencial. La cocina, al igual que la de ella, contenía una mesa pequeña y cuatro sillas que ocupaban un extremo, y los fogones tenían unos veinte años. Sin embargo, el frigorífico parecía nuevo, igual que la cafetera. Peter tenía sus prioridades.

La señora Kulavich preparó eficientemente el café y encendió la cafetera. Lali reparó en una necesidad acuciante.

—Er... ¿Sabe usted dónde está el cuarto de baño?

—Claro, querida —repuso la señora Holland—. El cuarto de baño grande es la segunda puerta del pasillo, a la izquierda, y hay otro más pequeño en la habitación de Peter.

Resultaba curioso que las dos supieran aquello y ella no, pero es que era difícil ponerse a explorar cuando una estaba tendida en la cama con un hombre de noventa kilos encima.

Escogió el baño grande, porque estaba más cerca, y se llevó consigo el bolso. Se desvistió a toda prisa, utilizó el urinario y después buscó un paño y lavó las pruebas de cuatro horas de sexo. Se aplicó el desodorante de Peter, se arregló el cabello —el cual tenía efectivamente de punta por toda la cabeza—, y esta vez se puso el sujetador al vestirse.

Sintiéndose ya más segura, regresó a la cocina para tomar una ansiada taza de café.

—Es terrible lo de su casa, querida —dijo la señora Holland—, pero maravilloso lo de Peter. ¿Debo darle la enhorabuena?

—Eleanor —la amonestó la señora Kulavich—. Los tiempos han cambiado. La gente joven ya no se casa sólo porque se hayan dado un revolcón.

—Pero no significa que no deban hacerlo —replicó severa la señora Holland.

Lali se aclaró la garganta. Habían sucedido tantas cosas que apenas podía asimilarlas todas, pero las horas pasadas en la cama con Peter destacaban con toda claridad en su mente.

—Peter me ha pedido que me case con él —confesó—. Y le he dicho que sí. —No empleó la palabra maldita «compromiso».

5 comentarios:

  1. bueno almenos no mataron algato bss noe

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  2. ayy sii se casan!! ♥
    q hdp corin!!
    maass ♥♥♥

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  3. Holaaaaaa! soy sofi la soy nueva lectora :B
    me re encanto tu nove es agfdasdgd interesante
    siguela esta buena
    osea que el HDP de corin buscaba a lali para matarla , se habra enterado que lali era la C ?
    besos Vale ( te puedo decir vale? ) cuidate

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  4. Ay siguela por fa q esta muuy buenaa e interesante!! Besitos

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