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martes, 22 de enero de 2013

Capitulo 30.

¡Chicas, perdon por no subir estos dias! u.u es que estaba muy ocupada con la escuela, pero bueno ya estoy aqui que es lo importante(: Aqui les dejo el capitulo*-* me encanta a a a! ¡Hasta Mañana!
¡Les mando besitos de amor!
Twitter: @LlaveDeCristal



Dieron las nueve y media antes de que volviera a sonar su teléfono. Rápidamente levantó el auricular con la esperanza de que Eugenia hubiera aparecido por fin.

—Lali Esposito.

—Me han dicho que vamos a ser padres. —La voz profunda de Peter tronó a través de la línea.

¡Maldita bocazas!, pensó Lali.

—Tuve que decir algo. Esa mujer no se creyó que yo fuera un soplón.

—Menos mal que advertí a todo el mundo respecto de ti —repuso Peter, y luego preguntó—: ¿Qué sucede?

—Nada, espero. Mi amiga Euge...

— ¿Eugenia Suarez, una de las infames Chicas de la Lista?

Podría haberse imaginado que Peter contaría con los detalles de las cuatro.

—No ha venido a trabajar, no ha llamado, no contesta al teléfono de casa ni al móvil. Tengo miedo de que haya sufrido un accidente de camino al trabajo, pero no sé a quién llamar para averiguarlo. ¿Puedes orientarme tú?

—No hay problema. Voy a ponerme en contacto con la división de tráfico y pedirles que examinen los partes que haya. Vamos a ver, ella vive en Sterling Heights, ¿no?

—Sí. —Lali se apresuró a darle la dirección, y entonces hizo una pausa, pues se le ocurrió una idea horrorosa—.Peter... Su novio estaba muy alterado con lo de la Lista. Se marchó el jueves por la noche, pero puede haber vuelto.

Se produjo un breve silencio; luego el tono de Peter se volvió rápido y profesional.

—Voy a ponerme en contacto con el departamento del sheriff y la comisaría de Sterling Heights para que echen un vistazo. Probablemente no sea nada, pero no se pierde nada con asegurarse.

—Gracias —susurró Lali.

A Peter no le gustó lo que estaba pensando, pero llevaba demasiado tiempo siendo policía para descartar la preocupación de Lali tachándola de reacción exagerada. Un novio enfurecido —uno con el orgullo herido, además, por causa de aquella maldita Lista— y una mujer desaparecida eran ingredientes de muchos actos de violencia. Tal vez a la señorita Suarez se le hubiera estropeado el coche, tal vez no.
Lali no era de las que se ponían histéricas por nada, y estaba claro que estaba asustada.

Quizás en aquel caso tuviera algo que ver la intuición femenina, pero Peter tampoco descartó ese detalle. Diablos, su madre tenía ojos en la espalda y siempre, de manera infalible, los esperaba levantada a él y a sus hermanos cada vez que habían cometido alguna diablura. Hasta la fecha desconocía cómo se había enterado, pero lo aceptaba de todos modos.

Efectuó dos llamadas, la primera a la comisaría de Sterling Heights y la segunda a un compañero de tráfico que podría decirle si había habido víctimas en algún accidente ocurrido aquella mañana. El sargento de Sterling Heights con el que habló dijo que enviaría inmediatamente un coche al domicilio de la señorita Suarez, de modo que ya no llamó a la oficina del sheriff. A ambos contactos les dejó el número de su teléfono móvil.

Su compañero de tráfico fue el primero que llamó.

—No ha habido accidentes importantes esta mañana —le dijo—. Algún que otro golpe y un tipo al que se le paró la moto en medio de Gratiot Avenue, pero eso es todo.

—Gracias por comprobarlo —dijo Peter.

—A tu disposición.

A las diez y cuarto volvió a sonar el móvil. Era el sargento de Sterling Heights.

—Ha dado en el blanco, detective —le dijo en tono grave.

— ¿Está muerta?

—Sí. Y de forma bastante brutal. ¿Tiene el nombre de ese novio suyo? Ninguno de los vecinos está en casa para que se lo preguntemos, y creo vamos a necesitar tener una pequeña charla con él.

—Puedo conseguirlo. Mi amiga es... era... la mejor amiga de la señorita Suarez.

—Le agradeceré su ayuda.

Peter sabía que se estaba metiendo en territorio ajeno, pero supuso que, como había sido él quien los condujo hasta la escena del crimen, tal vez el sargento le diera alguna información.

— ¿Puede darme detalles?

El sargento calló durante unos momentos.

— ¿Qué tipo de teléfono móvil usa usted?

—Uno digital.

— ¿Es seguro?

—Hasta que los hackers inventen un modo de interceptar la señal.

—Está bien. La han matado con un martillo y lo han dejado en la escena. Puede que saquemos alguna huella digital de él, puede que no.

Peter hizo una mueca de disgusto. Un martillo era capaz de causar daños horribles.

—No queda gran cosa de su rostro, y además la han apuñalado varias veces. Y ha sufrido abuso sexual.

Si el novio había dejado su semen dentro, estaba listo.

— ¿Hay semen?

—No lo sé todavía. El forense tendrá que hacer varios análisis. El atacante... er... lo hizo con el martillo.

Dios santo. Peter aspiró profundamente.

—Está bien. Gracias, sargento.

—Le agradezco su ayuda. Su amiga... ¿Es ella a quien tiene intención de interrogar acerca del tal novio?

—Sí. Me ha llamado porque estaba preocupada al ver que la señorita Suarez no ha ido a trabajar esta mañana.

— ¿Puede preguntarle sólo por el novio, y darle evasivas en lo demás?

Peter lanzó un resoplido.

—Me resultaría más fácil dar evasivas a un toro bravo.

—Así que es una de ésas, ¿eh? ¿Será capaz de guardar el secreto? Estamos bastante seguros de que ésta es la señorita Suarez, pero aún no hemos hecho las pruebas de identidad, y tampoco se ha informado a la familia.

—Conseguiré que salga del trabajo. Va a estar bastante alterada. —De todos modos, quería estar con ella cuando se lo dijera.

—Muy bien. Ah, detective, si no logramos encontrar a ningún familiar por aquí, es posible que necesitemos 
que su amiga identifique el cadáver.

—Ya tiene mi número —respondió Peter en voz baja.

Después de colgar permaneció un minuto sin moverse. No necesitaba imaginarse los detalles sangrientos; había visto demasiadas escenas de asesinatos con todo su sangriento realismo. Sabía lo que era capaz de hacer al cuerpo humano un martillo o un bate de béisbol. Sabía el aspecto que ofrecían las múltiples heridas de arma blanca. Y, al igual que el sargento, sabía que  aquel asesinato había sido perpetrado por alguien que conocía a la víctima porque la agresión había sido personal: habían atacado al rostro. Las múltiples puñaladas indicaban saña. Y dado que la mayoría de las víctimas de asesinato que eran mujeres morían a manos de alguien que las conocía, por lo general el novio o el marido, o el ex lo que fuera, todo apuntaba de forma abrumadora a que el atacante había sido el novio de la señorita Suarez.

Respiró hondo y marcó de nuevo el número de Lali. Cuando ella contestó, le dijo:

— ¿Sabes cómo se llama el novio de Eugenia?

Ella inhaló aire de forma audible.

— ¿Se encuentra bien?

—Aún no sé nada —mintió Peter—. ¿Su novio...?

—Oh. Se llama Bruck Riera.

—¿Bruck es su verdadero nombre o es un apodo?

—No lo sé. Nunca he oído a Euge llamarlo de otra manera.

—De acuerdo, con esto es suficiente. Volveré a llamarte cuando sepa algo. Oh... ¿quieres que comamos juntos?

—Claro. ¿Dónde?

Lali todavía parecía asustada, pero se mantenía firme, tal como Peter esperaba de ella.

—Yo te recogeré, si puedes hacer que me dejen cruzar la barrera de la entrada.

—No hay problema. ¿A las doce?

Peter consultó su reloj. Las diez treinta y cinco.

— ¿Podrías salir antes, digamos a las once y cuarto o así? —Eso le daría el tiempo justo de llegar a Hammerstead.

Tal vez Lali lo supiera, tal vez cayera en la cuenta en aquel momento.

—Me reuniré contigo abajo.

Cuando el guarda le franqueó la entrada, Lali lo estaba esperando enfrente del edificio. Llevaba otra de aquellas faldas largas y estrechas que le sentaban de maravilla, lo cual quería decir que de ninguna forma iba a poder subir a su todoterreno sin ayuda. Se apeó del coche y lo rodeó para abrirle la puerta. Ella estudió su semblante con ojos de preocupación. Peter sabía que llevaba puesta su expresión de policía, desprovista de toda emoción igual que una máscara, pero Lali palideció.

Peter le rodeó la estrecha cintura y la subió al todoterreno, y a continuación dio la vuelta hasta el otro lado para sentarse frente al volante.

Una lágrima resbaló por la mejilla de Lali.

—Dímelo —dijo con voz ahogada.

Peter suspiró, y luego la tomó en sus brazos.

—Lo siento mucho —dijo contra su pelo. Ella se aferró a su camisa. Peter la notó temblar y la abrazó con más fuerza.

—Está muerta, ¿verdad? —dijo Lali en un suspiro tembloroso, y no se trataba de una pregunta.
Lo sabía.

6 comentarios:

  1. pobre eugenia, quien es el loco ese?

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  2. odios que feo me imaginó que el asesinó va a querer matar a rochi a cande y a lali pero almenos lali vive al lado de un policia bss noe

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    1. lo bueno es q me doy cuenta es q se quien es el asesinó noe

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  3. vaya vaya esto se pone interesante!!!

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  4. que odio
    seguro fue bruck no se aguanto la humillacion de la lista
    se ensaño con euge
    beso

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  5. Pobre lali el cuerpo deeuge devio de quedat orible mmmaS

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