¡Les mando besitos de amor!
Twitter: @LlaveDeCristal
Dieron las nueve y media antes de que volviera a sonar su
teléfono. Rápidamente levantó el auricular con la esperanza de que Eugenia
hubiera aparecido por fin.
—Lali Esposito.
—Me han dicho que vamos a ser padres. —La voz profunda de
Peter tronó a través de la línea.
¡Maldita bocazas!, pensó Lali.
—Tuve que decir algo. Esa mujer no se creyó que yo fuera un
soplón.
—Menos mal que advertí a todo el mundo respecto de ti
—repuso Peter, y luego preguntó—: ¿Qué sucede?
—Nada, espero. Mi amiga Euge...
— ¿Eugenia Suarez, una de las infames Chicas de la Lista?
Podría haberse imaginado que Peter contaría con los detalles
de las cuatro.
—No ha venido a trabajar, no ha llamado, no contesta al
teléfono de casa ni al móvil. Tengo miedo de que haya sufrido un accidente de
camino al trabajo, pero no sé a quién llamar para averiguarlo. ¿Puedes
orientarme tú?
—No hay problema. Voy a ponerme en contacto con la división
de tráfico y pedirles que examinen los partes que haya. Vamos a ver, ella vive
en Sterling Heights, ¿no?
—Sí. —Lali se apresuró a darle la dirección, y entonces hizo
una pausa, pues se le ocurrió una idea horrorosa—.Peter... Su novio estaba muy
alterado con lo de la Lista. Se marchó el jueves por la noche, pero puede haber
vuelto.
Se produjo un breve silencio; luego el tono de Peter se
volvió rápido y profesional.
—Voy a ponerme en contacto con el departamento del sheriff y
la comisaría de Sterling Heights para que echen un vistazo. Probablemente no
sea nada, pero no se pierde nada con asegurarse.
—Gracias —susurró Lali.
A Peter no le gustó lo que estaba pensando, pero llevaba
demasiado tiempo siendo policía para descartar la preocupación de Lali
tachándola de reacción exagerada. Un novio enfurecido —uno con el orgullo
herido, además, por causa de aquella maldita Lista— y una mujer desaparecida
eran ingredientes de muchos actos de violencia. Tal vez a la señorita Suarez se
le hubiera estropeado el coche, tal vez no.
Lali no era de las que se ponían histéricas por nada, y
estaba claro que estaba asustada.
Quizás en aquel caso tuviera algo que ver la intuición
femenina, pero Peter tampoco descartó ese detalle. Diablos, su madre tenía ojos
en la espalda y siempre, de manera infalible, los esperaba levantada a él y a
sus hermanos cada vez que habían cometido alguna diablura. Hasta la fecha
desconocía cómo se había enterado, pero lo aceptaba de todos modos.
Efectuó dos llamadas, la primera a la comisaría de Sterling
Heights y la segunda a un compañero de tráfico que podría decirle si había habido
víctimas en algún accidente ocurrido aquella mañana. El sargento de Sterling
Heights con el que habló dijo que enviaría inmediatamente un coche al domicilio
de la señorita Suarez, de modo que ya no llamó a la oficina del sheriff. A
ambos contactos les dejó el número de su teléfono móvil.
Su compañero de tráfico fue el primero que llamó.
—No ha habido accidentes importantes esta mañana —le dijo—.
Algún que otro golpe y un tipo al que se le paró la moto en medio de Gratiot
Avenue, pero eso es todo.
—Gracias por comprobarlo —dijo Peter.
—A tu disposición.
A las diez y cuarto volvió a sonar el móvil. Era el sargento
de Sterling Heights.
—Ha dado en el blanco, detective —le dijo en tono grave.
— ¿Está muerta?
—Sí. Y de forma bastante brutal. ¿Tiene el nombre de ese
novio suyo? Ninguno de los vecinos está en casa para que se lo preguntemos, y
creo vamos a necesitar tener una pequeña charla con él.
—Puedo conseguirlo. Mi amiga es... era... la mejor amiga de
la señorita Suarez.
—Le agradeceré su ayuda.
Peter sabía que se estaba metiendo en territorio ajeno, pero
supuso que, como había sido él quien los condujo hasta la escena del crimen,
tal vez el sargento le diera alguna información.
— ¿Puede darme detalles?
El sargento calló durante unos momentos.
— ¿Qué tipo de teléfono móvil usa usted?
—Uno digital.
— ¿Es seguro?
—Hasta que los hackers inventen un modo de interceptar la
señal.
—Está bien. La han matado con un martillo y lo han dejado en
la escena. Puede que saquemos alguna huella digital de él, puede que no.
Peter hizo una mueca de disgusto. Un martillo era capaz de
causar daños horribles.
—No queda gran cosa de su rostro, y además la han apuñalado
varias veces. Y ha sufrido abuso sexual.
Si el novio había dejado su semen dentro, estaba listo.
— ¿Hay semen?
—No lo sé todavía. El forense tendrá que hacer varios
análisis. El atacante... er... lo hizo con el martillo.
Dios santo. Peter aspiró profundamente.
—Está bien. Gracias, sargento.
—Le agradezco su ayuda. Su amiga... ¿Es ella a quien tiene
intención de interrogar acerca del tal novio?
—Sí. Me ha llamado porque estaba preocupada al ver que la
señorita Suarez no ha ido a trabajar esta mañana.
— ¿Puede preguntarle sólo por el novio, y darle evasivas en
lo demás?
Peter lanzó un resoplido.
—Me resultaría más fácil dar evasivas a un toro bravo.
—Así que es una de ésas, ¿eh? ¿Será capaz de guardar el
secreto? Estamos bastante seguros de que ésta es la señorita Suarez, pero aún
no hemos hecho las pruebas de identidad, y tampoco se ha informado a la
familia.
—Conseguiré que salga del trabajo. Va a estar bastante
alterada. —De todos modos, quería estar con ella cuando se lo dijera.
—Muy bien. Ah, detective, si no logramos encontrar a ningún
familiar por aquí, es posible que necesitemos
que su amiga identifique el
cadáver.
—Ya tiene mi número —respondió Peter en voz baja.
Después de colgar permaneció un minuto sin moverse. No necesitaba
imaginarse los detalles sangrientos; había visto demasiadas escenas de asesinatos
con todo su sangriento realismo. Sabía lo que era capaz de hacer al cuerpo
humano un martillo o un bate de béisbol. Sabía el aspecto que ofrecían las
múltiples heridas de arma blanca. Y, al igual que el sargento, sabía que aquel asesinato había sido perpetrado por
alguien que conocía a la víctima porque la agresión había sido personal: habían
atacado al rostro. Las múltiples puñaladas indicaban saña. Y dado que la
mayoría de las víctimas de asesinato que eran mujeres morían a manos de alguien
que las conocía, por lo general el novio o el marido, o el ex lo que fuera,
todo apuntaba de forma abrumadora a que el atacante había sido el novio de la
señorita Suarez.
Respiró hondo y marcó de nuevo el número de Lali. Cuando
ella contestó, le dijo:
— ¿Sabes cómo se llama el novio de Eugenia?
Ella inhaló aire de forma audible.
— ¿Se encuentra bien?
—Aún no sé nada —mintió Peter—. ¿Su novio...?
—Oh. Se llama Bruck Riera.
—¿Bruck es su verdadero nombre o es un apodo?
—No lo sé. Nunca he oído a Euge llamarlo de otra manera.
—De acuerdo, con esto es suficiente. Volveré a llamarte
cuando sepa algo. Oh... ¿quieres que comamos juntos?
—Claro. ¿Dónde?
Lali todavía parecía asustada, pero se mantenía firme, tal
como Peter esperaba de ella.
—Yo te recogeré, si puedes hacer que me dejen cruzar la
barrera de la entrada.
—No hay problema. ¿A las doce?
Peter consultó su reloj. Las diez treinta y cinco.
— ¿Podrías salir antes, digamos a las once y cuarto o así?
—Eso le daría el tiempo justo de llegar a Hammerstead.
Tal vez Lali lo supiera, tal vez cayera en la cuenta en
aquel momento.
—Me reuniré contigo abajo.
Cuando el guarda le franqueó la entrada, Lali lo estaba
esperando enfrente del edificio. Llevaba otra de aquellas faldas largas y
estrechas que le sentaban de maravilla, lo cual quería decir que de ninguna forma
iba a poder subir a su todoterreno sin ayuda. Se apeó del coche y lo rodeó para
abrirle la puerta. Ella estudió su semblante con ojos de preocupación. Peter
sabía que llevaba puesta su expresión de policía, desprovista de toda emoción igual
que una máscara, pero Lali palideció.
Peter le rodeó la estrecha cintura y la subió al
todoterreno, y a continuación dio la vuelta hasta el otro lado para sentarse
frente al volante.
Una lágrima resbaló por la mejilla de Lali.
—Dímelo —dijo con voz ahogada.
Peter suspiró, y luego la tomó en sus brazos.
—Lo siento mucho —dijo contra su pelo. Ella se aferró a su
camisa. Peter la notó temblar y la abrazó con más fuerza.
—Está muerta, ¿verdad? —dijo Lali en un suspiro tembloroso,
y no se trataba de una pregunta.
Lo sabía.
pobre eugenia, quien es el loco ese?
ResponderEliminarodios que feo me imaginó que el asesinó va a querer matar a rochi a cande y a lali pero almenos lali vive al lado de un policia bss noe
ResponderEliminarlo bueno es q me doy cuenta es q se quien es el asesinó noe
Eliminarvaya vaya esto se pone interesante!!!
ResponderEliminarque odio
ResponderEliminarseguro fue bruck no se aguanto la humillacion de la lista
se ensaño con euge
beso
Pobre lali el cuerpo deeuge devio de quedat orible mmmaS
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