¡Les mando besitos de amor!
Twitter: @LlaveDeCristal
Resultaba asombroso, pensó Lali a la mañana siguiente,
cuando tomó el ascensor de la empresa, que su mundo pudiera verse tan alterado
mientras que la mayor parte de la gente que trabajaba en Hammerstead no se
sentía afectada por la muerte de Eugenia. Por supuesto que Cande y Rochi
estaban tan afligidas como ella, y que la gente del departamento de Eugenia
estaba entristecida e impresionada, pero la mayoría de las personas con que se
tropezó o no lo habían mencionado en absoluto o habían dicho algo así como:
«Sí, ya me he enterado. Es horrible, ¿verdad?».
Naturalmente, los locos de los ordenadores no se veían
afectados por nada que no tuviera que ver con gigabytes. Aquella mañana, el
cartel del ascensor rezaba: RECIENTE COMUNICADO DE PRENSA DEL MINISTERIO DE
SANIDAD: LA CARNE ROJA NO ES NOCIVA. LOS RESULTADOS DE LOS ANÁLISIS EFECTUADOS
DEMUESTRAN QUE LO QUE ES NOCIVO ES LA CARNE DE COLOR VERDOSO.
Dado que aquello de la carne de color verdoso sonaba al
contenido habitual del frigorífico del informático medio, probablemente el
cartel poseía un profundo significado personal para la mayoría de ellos, pensó
Lali. Si fuera cualquier otro día, se habría reído; pero hoy no podía ni
siquiera esbozar una sonrisa.
Rochi y Cande tampoco habían trabajado el día anterior. Se
habían presentado en casa de ella poco después de las ocho de la mañana, con
los ojos en su mismo estado. Ana había cortado más rodajas de su pepino y luego
se puso a preparar más tortitas, lo cual resultó tan consolador para sus amigas
como lo había sido para Lali.
Ana no conocía a Euge, pero se mostró dispuesta a escuchar
hablar de ella, lo cual hicieron durante todo el día. Lloraron mucho, rieron un
poco, y perdieron un montón de tiempo proponiendo teorías sobre lo que había
sucedido, ya que era innegable que Bruck estaba fuera de toda sospecha. Sabían
que no iban a darse de bruces con la Verdad, pero servía de ayuda hablar de
ello. La muerte de Eugenia resultaba tan increíble que sólo hablando de ella
una y otra vez pudieron aceptar poco a poco el hecho de haberla perdido para
siempre.
Por una vez, no llegó temprano. El señor deWynter ya estaba
allí, e inmediatamente le dijo que acudiera a su despacho.
Lali suspiró. Era la encargada de las nóminas, pero desgraciadamente
aquel puesto no entrañaba poder alguno, tan sólo responsabilidad. Al marcharse
del trabajo el lunes por la mañana y no haber trabajado hasta el jueves, había
dejado la empresa un tanto coja. DeWynter debía de haber sudado lo suyo, sin
saber si lograrían tener todo terminado a tiempo; la gente tendía a volverse
irrazonable cuando no le llegaba el cheque de la paga en el momento debido.
Lali estaba preparada para aceptar las críticas del jefe,
por eso quedó perpleja cuando él le dijo:
—Quiero que sepa cuánto siento lo de su amiga. Es un suceso
verdaderamente horrible.
Lali había jurado que aquel día no iba a llorar en el
trabajo, pero la inesperada comprensión de deWynter estuvo a punto de hacerla
caer. Parpadeó para contener las lágrimas.
—Gracias —respondió—. En efecto, es horrible. Y yo quisiera
pedirle disculpas por haberme ido del departamento el lunes sin más...
DeWynter movió la cabeza en un gesto negativo.
—Lo entiendo. Hicimos varias horas extra, pero nadie se ha
quejado. ¿Cuándo está previsto el funeral?
—Aún no se ha organizado. La autopsia...
—Oh, por supuesto, por supuesto. Le ruego que me diga cuándo
va a tener lugar; en Hammerstead hay mucha gente a la que le gustaría asistir.
Lali lo prometió con un asentimiento de cabeza y escapó de
vuelta a su mesa y a la pila de trabajo que la aguardaba.
Sabía que iba a tener un día duro, pero no había esperado
que lo fuera tanto. Gina y todas las demás chicas de su departamento tenían que
darle sus condolencias, naturalmente, lo cual estuvo a punto de hacerla llorar
otra vez. Como no llevaba encima un pepino, tuvo que pasarse el día entero
contrayendo las lágrimas.
Sin haberlo planeado,
Rochi y Cande se presentaron a la hora del almuerzo.
— ¿Vamos a Railroad Pizza? —preguntó Rochi, y todas se
subieron al coche de Rochi para dirigirse a comer.
Acababan de servirles las pizzas vegetarianas cuando Lali
recordó que no les había contado la llamada del maniático que había recibido
justo antes de que llegasen ellas el día anterior.
—Por fin he recibido una de esas llamadas que preguntan « ¿Cuál
de las cuatro eres tú?».
— ¿A que son horripilantes? —Cande mordió la pizza con
entusiasmo. Su encantador rostro parecía haber envejecido diez años en los dos
últimos días—. Teniendo en cuenta que las demás hemos recibido por lo menos dos
llamadas de ésas, me sorprende que ese individuo haya tardado tanto en llamarte
a ti.
—Bueno, mi contestador tiene llamadas de muchas personas que
han cortado nada más descolgar, pero supuse que se trataba de periodistas.
—Probablemente. Dios sabe que todas hemos recibido montones
de ésas. —Rochi se frotó la frente—. Le cabeza me va a estallar. Creo que
anoche por fin me derrumbé al llegar a casa, y lloré sin parar. Pablo...
Lali levantó la vista.
—Sí, ¿cómo está la cosa con Pablo? ¿Todavía duerme en un
motel?
—No. El lunes por la mañana, cuando nos enteramos de lo
ocurrido, estaba en el trabajo, pero había llamado varias veces y me había
dejado mensajes, y esa noche regresó a casa. Supongo que la situación sigue estando
en el aire. Con esto de Euge, no tengo ganas de pelear con él. No ha dicho gran
cosa, pero... también ha sido considerado. A lo mejor tiene la esperanza de que
yo lo olvide todo. —Dio un bocado casi agresivo a la pizza.
—A mí me parece que no hay muchas posibilidades de que
suceda eso —comentó Lali secamente, y Cande sonrió.
—No en esta vida —dijo Rochi—. Pero vamos a hablar de algo interesante,
como Peter —Hubo un destello de malicia en sus ojos—. No me creo que pensaras
que ese borracho tan sexy se dedicara a traficar con drogas.
Lali descubrió que ella también era capaz de sonreír ese
día.
— ¿Qué puedo decir? Lo arregla muy bien. Deberíais verlo
cuando va con ropa vieja y sucia, sin afeitar, y está de un humor de perros.
—Esos ojos verdes... En fin. —Cande se abanicó con la mano—.
Además, tiene unos hombros más bien impresionantes, por si no te has fijado.
Lali se abstuvo de decir que se había fijado en todo lo que
concernía a Peter. Ellas no tenían por qué conocer el episodio de la ventana de
la cocina. Era curioso que les hubiera regalado casi a diario contándoles
historias de sus displicentes encuentros con él cuando todavía creía que era un
miserable borracho, y sin embargo cuando las cosas empezaron a ser más personales
entre ellos hubiera dejado de hablar de él.
—Él también está loco por tus huesos —agregó Rochi —. Ese
hombre está deseando comerte viva, te lo digo yo.
—Puede —contestó Lali vagamente. No quería hablar de lo
mucho que ella deseaba comerlo vivo a él, ni lo cerca que habían estado ya de
hacer el amor.
—No hace falta ser vidente para saber eso —dijo Cande a
Rochi en tono irónico—. Él mismo vino y lo dijo tal cual.
Rochi se echó a reír.
—Así fue. No es nada tímido, ¿verdad?
No, la timidez no era precisamente un atributo de Peter
Lanzani. Descarado, presuntuoso, arrogante, inteligente, sexy, amable...
Aquéllos eran apelativos que lo describían perfectamente. Pero dudaba que
tuviera ni un solo gen de timidez en el cuerpo, gracias a Dios.
En aquel momento sonó el teléfono móvil de Rochi.
—Probablemente será Pablo —dijo suspirando mientras lo
sacaba de su bolso. Abrió la lengüeta y pulsó el botón de contestar—. ¿Diga?
Lali observó cómo su semblante se tornaba de color rojo.
— ¿Cómo ha conseguido este número? —exclamó Rochi, y apretó
el botón de desconexión—. Hijo de puta —murmuró al tiempo que volvía a guardar
el móvil en el bolso.
—Deduzco que no era Pablo —dijo Lali.
—Era ese chiflado. —La voz de Rochi temblaba de rabia—. Me
gustaría saber cómo ha conseguido mi número de móvil, porque no suelo dárselo a
nadie.
—A lo mejor hay un servicio de información para números de
móviles —comentó Candela.
—La factura está a nombre de Pablo, no al mío, por eso me
extraña que sepa que yo soy la que lleva encima el móvil.
— ¿Qué te ha dicho? —preguntó Lali.
—La mierda de siempre: « ¿Cuál de las cuatro eres tú?».
Luego ha dicho «Eugenia». Sólo el nombre. Maldita sea, este tipo actúa de forma enfermiza.
Lali dejó su trozo de pizza en el plato. De repente sintió
frío por todo el cuerpo y se le erizó el vello de la nuca. Dios santo, ¿y si
aquellas llamadas tuvieran algo que ver con el asesinato de Eugenia? Tal vez
fuera una idea absurda, pero tal vez no. A lo mejor se trataba de algún pirado
que las odiaba a muerte por lo de la Lista, y ahora iba tras ellas de una en
una...
Maaaaaas noveee :)
ResponderEliminarMe gusta todo este mistério en tu nove, lá hace ser distinta d las otras /Mariana
ResponderEliminarNoveee
ResponderEliminarMaaaas
ResponderEliminarTenes mas caps??
ResponderEliminarSuerteee en las tareas y terminalas pronto jaja te espero
ResponderEliminarMaratooon
ResponderEliminarsii maraton porfas!
ResponderEliminaral fin alguien se dio cuenta de lo que ocurria!!espero el proximo
saludos gabi
Me dio un poco de miedo el final del capitulo espero más
ResponderEliminarMaaaaas
ResponderEliminarQue se quede en la casa de peter para que la proteja jaja
ResponderEliminarohhhhh asta que se dio cuenta lali bss noe
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