Laliter x100: ¡Holap! como dice Noe, es el chico del prologo, si aun no entiendes, mientras pasen los capitulos entenderas, yo estaba igual jajaja(: Besitos linda.
¡Les mando besitos de amor!
Twitter: @LlaveDeCristal
Te adoro mucho amore ♥
Lali abrió apenas un ojo y miró furiosa el reloj, que estaba
emitiendo un pitido agudo de lo más molesto. Cuando por fin comprendió que era
la alarma —al fin y al cabo nunca la había oído sonar a las dos de la
madrugada— alargó el brazo y le propinó un manotazo. Se acurrucó de nuevo en el
recuperado silencio, preguntándose por qué demonios habría sonado la alarma a
aquella hora tan intempestiva.
Porque ella misma la había puesto para que sonase a aquella
hora, he ahí el porqué.
—No —gimió en medio de la oscuridad—. Me niego a levantarme.
¡Sólo llevo cuatro horas durmiendo!
Pero se levantó. Antes de irse a la cama había tenido la
previsión de dejar preparada la cafetera y fijar el temporizador para la 1.50.
La atrajo el olor a café y se dirigió a la cocina dando tumbos. Al encender la
luz tuvo que entrecerrar los ojos para protegerse de la fuerte claridad.
—La gente de la televisión es de otro planeta —murmuró al
tiempo que cogía una taza—. Los seres humanos auténticos no hacen esto como
costumbre.
Con una taza de café dentro del cuerpo, consiguió llegar
hasta la ducha. Mientras el agua le caía sobre la cabeza recordó que no tenía
la intención de lavarse el pelo. Como no había tenido en cuenta el tiempo
necesario para lavarse y secarse el pelo cuando calculó la hora de levantarse,
ahora iba oficialmente con retraso.
—No puedo con esto.
Un minuto más tarde se convenció a sí misma de intentarlo.
Rápidamente se aplicó el champú y se enjabonó con la esponja, y tres minutos
después salía de la ducha. Con otra taza de humeante café a mano, se secó el
pelo con el secador y a continuación se puso un poco de espuma para domar los
mechones rebeldes.
Cuando una se levantaba tan temprano, era necesario usar
maquillaje para ocultar la imagen automática de horror e incredulidad; se lo
aplicó rápido pero en cantidad generosa buscando ofrecer un aspecto glamoroso,
como de recién salida de una fiesta. Lo que consiguió se acercaba más al
aspecto de estar con resaca, pero no pensaba malgastar más tiempo en una causa
perdida.
No te vistas de blanco ni de negro, le había dicho la mujer
de la televisión. Lali se puso una falda negra larga y estrecha, suponiendo que
la mujer se había referido a la mitad superior del cuerpo, que era lo que iba a
verse. A continuación se enfundó un jersey rojo de escote bajo y redondo y
manga tres cuartos, se ajustó un cinturón negro y completó el atuendo con unos
zapatos bajos de color negro y unos aros de oro en las orejas.
Consultó el reloj. Las tres de la madrugada. ¡Maldición, qué
buena era!
Antes se mordería la lengua que reconocerlo.
Muy bien. ¿Qué más? Comida y agua para Bubú, que no se
encontraba a la vista. Gato listo, pensó.
Una vez resuelta aquella pequeña tarea, salió de casa cuando
pasaban cinco minutos de las tres. El camino de entrada de al lado seguía
vacío. No estaba el Pontiac marrón, ni tampoco había oído entrar ningún otro
vehículo durante la noche. Peter no había ido a casa.
Probablemente tendría novia, pensó apretando los dientes. Se
sintió como una idiota.
Naturalmente que tendría novia. Los hombres como Peter
siempre tenían una o dos mujeres pendientes de él, o tres. Con ella no había
podido ir a ninguna parte gracias a que no usaba ningún anticonceptivo, de
manera que simplemente se fue volando a posarse sobre la flor siguiente.
—Tipejo —masculló al
tiempo que se metía en el Viper. Debería haberse acordado de sus experiencias
anteriores en guerras sentimentales y no haberse emocionado tanto. Era evidente
que sus hormonas se habían impuesto al sentido común y que se había emborrachado
de vino de ovarios, la sustancia más potente y más destructora de cordura de
todo el universo. Dicho en pocas palabras, había echado un vistazo al cuerpo
desnudo de Peter y se había puesto cachonda.
—Olvídalo —se dijo a sí misma mientras conducía por entre
las silenciosas y oscuras calles residenciales—. No pienses en ello. —Claro.
Como que iba a olvidarse de la visión de aquel mango, agitándose libre y
orgulloso.
Le entraron ganas de llorar al pensar en tener que olvidarse
de aquella erección reverencial y que hacía la boca agua sin haberla probado
siquiera, pero el orgullo mandaba. Se negaba a ser una de tantas en la cabeza
de un hombre, y mucho menos en su cama.
La única excusa que podía tener Peter, reflexionó, era que
estuviera tumbado en algún hospital, demasiado grave para marcar un número de
teléfono. Lali sabía que no le habían disparado ni nada parecido, pues el hecho
de que un policía hubiera resultado herido habría salido en las noticias. Si
hubiera sufrido un accidente de tráfico, la señora Kulavich se lo hubiera
dicho. No, estaba vivito y coleando, en alguna parte. Allí era donde radicaba
el problema.
Sólo para no dejar fuera ninguna posibilidad, intentó sentir
un poquito de preocupación por él, pero lo único que logró sentir fue un profundo
deseo de mutilarlo.
De sobra sabía que no debía perder la cabeza por un hombre.
Aquello era precisamente lo humillante, que lo sabía de sobra. Tres compromisos
rotos le habían enseñado que una mujer necesita conservar la cabeza fría cuando
trata con la especie masculina, o de lo contrario puede resultar seriamente perjudicada.
Peter no le había hecho daño —en fin, no mucho— pero había estado a punto de
cometer un error verdaderamente tonto, y odiaba pensar que era tan ingenua.
Maldito fuera, ¿por qué no podía haberla llamado por lo
menos?
Si tuviera un mechón de pelo suyo, se dijo, podría lanzarle
una maldición, pero estaba dispuesta a apostar a que él no le permitiría
acercarse lo más mínimo con un par de tijeras en las manos.
Se entretuvo inventando imaginativos encantamientos por si
acaso lograba hacerse con un poco de cabello suyo. En particular le gustó uno
que lo castigaba con un importante marchitamiento. ¡Ja! A ver cuántas mujeres
quedaban impresionadas cuando aquella palanca de mando se transformara en un
fideo flaccido.
Por otra parte, tal vez estuviera reaccionando en exceso. Un
beso no bastaba para establecer una relación.
No tenía ningún derecho sobre él,
sobre su tiempo ni sobre sus erecciones.
Vaya que no.
Vale, hasta ahí la lógica. En este caso tenía que hacer caso
a lo que le decía el instinto, porque no quedaba sitio para nada más. Sus
sentimientos hacia Peter se salían bastante de la norma, pues estaban formados
a partes iguales por pasión y furia. Peter podía enfurecerla más rápidamente
que ninguna otra persona que hubiese conocido jamás. Y también había estado muy
cerca de pasarse de la raya al afirmar que cuando la besara los dos terminarían
desnudos. Si él hubiera elegido mejor el lugar, si no estuvieran en medio del
camino de entrada de ella, no habría recuperado el control a tiempo para
detenerlo.
Aunque estaba siendo sincera con él, también debía admitir
que los conflictos que surgían entre ambos la estimulaban mucho. Con sus tres
prometidos —en realidad, con la mayoría de las personas— se había contenido,
había reprimido sus ataques verbales. Sabía que era una sabihonda; Ana y
Patricio se habían tomado muchas molestias para hacérselo saber. Su madre había
intentado atemperar sus reacciones y lo había conseguido en parte. A lo largo
del colegio había luchado por mantener la boca cerrada, porque la velocidad
rápida como el rayo a la que funcionaba su cerebro dejaba desconcertados a sus
compañeros de clase, incapaces de estar a la altura de sus procesos mentales.
Tampoco deseaba herir los sentimientos de nadie, lo cual había aprendido enseguida que podía hacerlo sólo con decir lo
que pensaba.
Valoraba mucho su amistad con Euge, Rochi y Cande porque,
por más distintas que fueran todas, las otras tres la aceptaban y no se sentían
intimidadas por sus observaciones cáusticas. Experimentaba esa misma clase de
alivio en su trato con Peter, porque él era tan sabihondo como ella y poseía la
misma agilidad y velocidad verbal.
No quería renunciar a aquello. Una vez que lo hubo admitido,
comprendió que tenía dos alternativas: marcharse, lo cual había sido su primera
intención, o darle una lección acerca de... acerca de jugar con sus
sentimientos, ¡maldita sea! Si había algo con lo que no quería que jugara la
gente eran sus sentimientos. Bueno, está bien, en realidad había dos cosas:
tampoco quería que nadie jugara con el Viper. Pero Peter... Por Peter merecía
la pena luchar. Si tenía otras mujeres en la cabeza y en la cama, ella
sencillamente tendría que sacarlas de allí y hacerlo pagar a él por causarle
dicho trabajo.
Ya está. Ahora se sentía mucho mejor. Ya estaba decidido lo
que iba a hacer.
Llegó a la cadena de televisión antes de lo que había
previsto, pero es que a aquella hora de la mañana no había mucho tráfico por
las autopistas ni por las calles. Cande ya se encontraba allí, apeándose de su
Cámaro blanco, con aspecto de estar tan fresca y descansada como si fueran las
nueve de la mañana en vez de ni siquiera las cuatro. Llevaba un vestido de seda
de color dorado que le prestaba un brillo especial a su tez crema y café.
—Esto es como fantasmagórico, ¿no? —dijo cuando Lali se unió
a ella y ambas se encaminaron a la puerta
trasera de los estudios, tal como les
habían dicho que hicieran.
—Se me hace raro —convino Lali—. No es natural estar
despierto y ya funcionando a estas horas.
Cande rió. —Estoy segura de que toda la gente que circulaba
por la carretera no estaba haciendo nada bueno, porque ¿qué otra razón podrían
tener si no para andar por ahí?
—Serán todos traficantes de drogas y pervertidos.
—Prostitutas.
—Ladrones de bancos.
—Asesinos y malhechores.
—Famosos de la televisión.
Todavía estaban riendo cuando llegó Eugenia en su coche. En
cuanto se reunió con ellas les dijo:
— ¿Habéis visto los tipos tan raros que hay por la calle?
Deben de salir por la noche, o algo así.
—Ya hemos hablado de eso —dijo Lali sonriente—. Supongo que
se puede decir sin temor a equivocarse que a ninguna de nosotras nos van mucho las
fiestas, como para llegar arrastrándonos a casa a estas horas de la madrugada.
—Yo ya me he arrastrado bastante —dijo Euge en tono desenfadado—.
Hasta que me cansé de mancharme las manos de huellas de zapatos. —Miró a su
alrededor—. No me puedo creer que haya llegado antes que Rochi. Ella siempre
llega temprano, y yo suelo retrasarme.
—A lo mejor Pablo ha tenido una rabieta y le ha dicho que no
puede venir —sugirió Cande.
—No; si no pudiera venir, habría llamado —repuso Lali.
Consultó su reloj: las cuatro menos cinco—. Vamos a entrar. Es posible que
tengan café, y yo necesito una buena dosis para pensar con coherencia.
holis como me gustaria saber donde se metio peter y lali haciéndose la pelicula jajjaa noe
ResponderEliminarasdasd donde esta peter ? :| jajajajaj tenes que subir mas , un solo capitulo no me alcanza Valeria !!!
ResponderEliminaraaaaw sos una tiernaaa♥ yo tambien te adoroo !
la pregunta del capitulo DONDE ESTA PETER????
ResponderEliminarjaaj me encanto qiero massss