Noelia: ¡Hola linda! Creo que Peter hace uno o dos capitulos pero es uno de los ultimos de la adaptacion, ¡Gracias por comentar, y Bienvenida!
Twitter: @LlaveDeCristal
El plan de Eugenia no había funcionado. Rochi se enfrentó a
lo inevitable después de que llamara el tercer reportero. Dios, ¿hasta cuándo
duraría todo aquello? ¿Qué tenía de fascinante aquella lista absurda? Aunque
Pablo no opinaba que tuviera nada de fascinante, pensó deprimida. Por lo visto,
ya nada le parecía fascinante, a no ser que fuera algo ocurrido en el trabajo.
Era un hombre muy divertido cuando eran novios, siempre riendo y gastando
bromas. ¿Dónde estaba ahora aquel chico tan alegre?
Ni siquiera se veían mucho, últimamente. Ella trabajaba de
ocho a cinco, él de tres a once. Cuando él llegaba a casa, ella estaba dormida.
Él no se levantaba hasta después de que ella se hubiera ido a trabajar. Lo más
revelador, en opinión de Rochi, era que Pablo no tenía necesidad de trabajar en
aquel turno de tres a once; lo había escogido él. Si su intención era no
acercarse a ella, desde luego había logrado su objetivo.
Tal vez su matrimonio ya estuviera acabado y simplemente no
se había enfrentado a la idea. Tal vez Pablo no quisiera tener hijos porque
sabía que el matrimonio estaba a punto de naufragar.
Aquella idea le provocó un hondo dolor en el pecho. Amaba a Pablo.
Mejor dicho, amaba a la persona que sabía que era, detrás de aquel exterior
desabrido que era lo único que había visto en los últimos años. Si se
encontraba adormilada o pensando en otra cosa y él le venía a la mente, el
rostro que veía era el del Pablo joven y risueño, el hombre del que se enamoró
desesperadamente en el instituto. Amaba al Pablo desmañado, torpe, vehemente y
cariñoso que le había hecho el amor, la primera vez para ambos, en el asiento
trasero del Oldsmobile de su padre. Amaba al hombre que le había llevado una
rosa roja el día de su primer aniversario porque no podía permitirse comprarle
una docena.
No amaba al hombre que llevaba tanto tiempo sin decirle «te
quiero» que ya no se acordaba de cuándo había sido la última vez.
Rochi se sentía profundamente desvalida en comparación con
sus amigas. Si alguien intentaba engatusar a Eugenia, ésta lo mandaba a paseo
de un bufido y se buscaba otro que lo sustituyera... en su cama. Cande sufría a
causa de Victorio, pero no lo esperaba en casa sentada, sino que continuaba
adelante con su vida. Y en cuanto a Lali... Lali era una persona completa en un
sentido en el que Rochi sabía que no lo sería nunca. Fuera lo que fuese lo que
le deparara el destino, Lali lo recibía con valentía y humor. Ninguna de las
tres sabía el dolor que llevaba ella
sufriendo por Pablo en silencio durante más de dos años.
Odiaba su propia debilidad. ¿Qué sucedería si Pablo y ella
se separaran? Tendrían que vender la casa, y a ella la encantaba su casa, pero
daba igual. Podía vivir en un apartamento. Lali había vivido varios años en uno.
Rochi podría vivir sola, si bien nunca lo había hecho. Aprendería a hacerlo
todo sola. Tendría un gato... no, un perro, para tener protección. Y volvería a
salir con hombres. ¿Cómo se sentiría al estar con un hombre que no la insultase
a una cada vez que abriera la boca?
Cuando sonó el teléfono, supo que era Pablo. Mantuvo la mano
firme al levantar el auricular.
— ¿Te has vuelto loca? —fueron sus primeras palabras. Tenía
la respiración agitada, lo cual le indicó a Rochi que estaba enfurecido.
—No, creo que no —respondió ella con calma.
—Me has
convertido en el hazmerreír de la fábrica...
—Si alguien se ha reído, es porque tú se lo has permitido
—lo interrumpió Rochi—. No pienso hablar de esto contigo por teléfono. Si
quieres hablar conmigo en tono civilizado cuando vengas a casa, te esperaré
levantada. Pero si tienes la intención de ponerte a gritar como un basilisco,
tengo cosas mejores que hacer antes que escucharte a ti.
Pablo le colgó.
Ahora la mano le tembló ligeramente al depositar el
auricular. Se le inundaron los ojos de lágrimas. Si él creía que iba a
suplicarle que la perdonara, estaba tristemente equivocado. Llevaba dos años
viviendo según las condiciones de Pablo, y había sido muy desgraciada. Quizá
fuera el momento de vivir su vida según las condiciones de ella. Si perdía a
Pablo, por lo menos podría aferrarse al respeto por sí misma.
Media hora más tarde sonó el teléfono de nuevo.
Rochi fue a cogerlo
con el ceño fruncido. No creía que Pablo fuera a llamarla otra vez, pero a lo
mejor, después de haber reflexionado sobre lo que ella le había dicho, sabía
que esta vez no iba a irse ignorando sus gritos.
—Diga.
— ¿Cuál de las cuatro eres tú?
Frunció el ceño al oír aquel susurro fantasmal.
— ¿Qué? ¿Quién llama?
— ¿Eres la A? ¿La B? ¿Cuál eres tú?
—Váyase al cuerno —exclamó la nueva Rochi, y colgó el
teléfono de golpe.
A la mañana siguiente, Lali saltó de la cama temprano,
decidida a marcharse a trabajar antes de que apareciese Peter. Aunque el
corazón se le aceleraba por la emoción de pensar en volver a fintar con él, la
cabeza le decía que era muy posible que Peter hubiera consultado la lista en
Internet la noche anterior, al regresar a casa después de haberse atiborrado de
comida china. Peter era peor que un pit bull a la hora de soltar una cosa, y no
había dejado de pincharla para que le revelara el resto del contenido de la
lista. Lali no quería de ningún modo saber lo que opinaba él de todo lo que
había más allá del punto siete de la lista.
Estaba ya saliendo
por la puerta a la intempestiva hora de las siete de la mañana cuando vio que
su contestador automático estaba otra vez lleno de mensajes. Fue a pulsar el botón
de borrado, pero titubeó. Dado que sus padres estaban de viaje, podía suceder
cualquier cosa: Uno de ellos podía ponerse enfermo, o podía ser que se diera
algún otro tipo de urgencia. ¿Quién sabe?
También era posible que hubieran llamado
Ana o Patricio para pedir disculpas.
—No caerá esa breva —murmuró al tiempo que oprimía el botón
de lectura.
Había tres mensajes de tres periodistas, uno de prensa y
otro de televisión, que solicitaban una entrevista. Dos que habían colgado,
seguidos el uno del otro. La sexta llamada era de Pamela Morris, que se
presentó como hermana de Gina Landretti. Su voz tenía los tonos melosos y
modulados de un locutor de televisión, y la informó de que la encantaría
reservarle una entrevista en Buenos días, América para hablar de la Lista, que
estaba literalmente barriendo el país. El séptimo mensaje era de la revista
People, que le solicitaba lo mismo.
Lali luchó para contener la creciente histeria que la
invadió al escuchar a otros tres que colgaron. Quienquiera que fuese había
esperado mucho tiempo, en silencio, antes de colgar. Idiota.
Borró las llamadas; no tenía intención de devolver ninguna
de ellas. Aquella situación había pasado de ser tonta para convertirse en algo
completamente ridículo.
Consiguió salir del camino de entrada sin toparse con Peter,
lo cual quería decir que la mañana comenzaba de manera apacible. Se sentía tan
bien que sintonizó la radio en una emisora de música country y escuchó a los
Dixie Chicks cantar que Earl tenía que morir. Incluso tarareó ella misma la
canción, y se preguntó si Peter el policía opinaría que la muerte de Earl era
un homicidio justificado. Tal vez pudieran hasta discutir del tema.
Supo que estaba obsesionada cuando la idea de discutir con Peter
le resultaba más emocionante que, pongamos, ganar un premio a la lotería. Jamás
había conocido a nadie que no sólo no parpadease ante algo que dijera ella,
sino que además fuera capaz de seguirla —verbalmente— sin romper a sudar. Era
algo muy liberador, el hecho de poder decir algo y que él no se sorprendiera. A
veces tenía la sensación de que Peter disfrutaba provocándola. Era engreído,
irritante, macho, inteligente y tremendamente sexy. Y mostraba la debida
reverencia hacia el coche de su padre, además de haber lavado y encerado
bastante bien el Viper.
Tenía que empezar a tomarse la pildora, y rápido.
Encontró más reporteros frente a las puertas de Hammerstead.
Alguien debía de haberles pasado información acerca de qué automóvil conducía
ella, porque comenzaron a destellar los flashes de las cámaras cuando frenó la
marcha para que el guarda levantase la barrera. Éste le dijo con una sonrisa:
— ¿Quieres llevarme a dar un paseo y ver si cumplo los
requisitos?
—Ya te llamo yo —replicó Lali—. Tengo la agenda llena hasta
dentro de dos años y medio.
—Ya, claro —dijo él con un guiño.
Era tan temprano que el pasillo verde vómito estaba vacío.
Sin embargo, no era tan temprano como para que no se le hubieran adelantado
algunos de los pirados. Se detuvo a leer el nuevo cartel del ascensor:
RECUERDA: PRIMERO LO SAQUEAS, LUEGO LE PRENDES FUEGO. LOS QUE NO CUMPLAN ESTA
NORMA SERÁN SUSPENDIDOS DEL EQUIPO DE ASALTO. Bueno, ya se sentía mejor. Un día
sin cartel en el ascensor era algo terrible que soportar.
Llegó a su oficina antes de darse cuenta de que los
reporteros y el guarda no la habían molestado. Ellos no eran importantes. Era
mucho más interesante su batalla con Peter, sobre todo desde que ambos sabían
adonde conducía. Nunca había tenido una aventura, pero se imaginó que la que
tuviera con Peter iba chamuscar las sábanas. No era que tuviera la intención de
ponérselo fácil; Peter iba a tener que luchar para hacerla suya, incluso aunque
ya estuviera tomando la píldora. Era por principio.
Además, resultaría divertido frustrarlo un poco.
Gina Landretti también había ido temprano a trabajar.
—Oh, estupendo —dijo, y sus ojos se iluminaron al ver a Lali
sentada a su mesa—. Necesito hablar contigo, y tenía la esperanza de que
llegases temprano para charlar sin público alrededor.
Lali gruñó para sus adentros. Veía perfectamente lo que se
le avecinaba.
—Anoche me llamó Pam —comenzó Gina—. Ya sabes, mi hermana.
Bueno, pues es que ha estado intentando ponerse en contacto contigo, y ¿sabes
una cosa? ¡Quiere llevarte a su programa! ¡Buenos días, América! ¿No es
emocionante? Bueno, a vosotras cuatro,
naturalmente, pero yo le he dicho que probablemente serías tú la portavoz del
grupo.
—Ah... Creo que no tenemos portavoz —dijo Lali, un poco
perpleja por la suposición de Gina.
—Oh. Bueno, si lo haces tú, serás tú la portavoz.
Gina parecía estar tan orgullosa que Lali buscó una manera
diplomática de decir «ni hablar».
—No sabía que tu hermana buscaba entrevistas para programas.
—Oh, no lo hace, pero ha hablado con la persona encargada de
ese tema, que ha mostrado mucho interés también. Esto supondría un puntazo para
Pam —le confió Gina—. Corre el rumor de que las otras cadenas probablemente se
pongan en contacto contigo hoy, por eso Pam quería adelantarse a ellas. Esto podría
impulsar enormemente su carrera.
Lo cual significaba que si ella, Lali, no cooperaba, le
echarían directamente la culpa de los posibles traspiés en la carrera de la
hermana de Gina.
—Puede que haya un problema —dijo Lali con una expresión lo
más contrita posible—. El marido de Rochi no está nada contento con toda esta
publicidad...
Gina se encogió de hombros.
—Entonces acudid sólo tres al programa. En realidad,
seguramente lo mejor sería que fueras tú sola...
—Cande es mucho más guapa...
—Buen, sí, pero es muy joven. No posee tu autoridad.
Genial. Ahora poseía «autoridad».
masss
ResponderEliminarholis gracias por la bienvenida me encanta la nove cada cap se pone interesante la cosa espero el de mañana :) noe
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