¡Les mando besitos de amor!
Twitter: @LlaveDeCristal
— ¿Quieres café? —preguntó Lali mientras abría la puerta de
la cocina y lo dejaba pasar—. ¿O té helado? —añadió, pensando que un vaso de
cristal alto y frío sería lo más apropiado para el sofocante calor que hacía
fuera.
—Té —contestó Peter, echando a perder la imagen que tenían
los policías de subsistir a base de café y rosquillas. Estaba observando la
cocina—. ¿Cómo es que sólo llevas dos semanas viviendo aquí y esta casa ya
parece más habitada que la mía?
Lali fingió reflexionar sobre el asunto.
—Creo que lo llaman deshacer las maletas.
Él levantó la vista hacia el techo.
— ¿Me estaba perdiendo esto? —musitó al yeso, aún buscando
inspiración.
Lali le dirigió varias miradas al tiempo que sacaba dos
vasos del armario y los llenaba de hielo. La sangre le corría veloz por las
venas, igual que le ocurría siempre que se encontraba cerca de Peter, ya fuera
de rabia, emoción o deseo, o una combinación de las tres cosas. Dentro de la
acogedora cocina, Peter parecía todavía más grande, sus hombros llenaban el
umbral de la puerta y su tamaño empequeñecía la diminuta mesa para cuatro y su
tablero de azulejos de cerámica.
— ¿Qué empleo del estado es ése para el que te han
entrevistado?
—Policía estatal, división de detectives de campo.
Sacó la jarra de té del frigorífico y llenó los dos vasos.
— ¿Limón?
—No, lo tomo sin nada. —Cogió el vaso que Lali le ofrecía
rozándole los dedos con los suyos.
Aquello bastó para que sus pezones se irguieran y prestaran
atención. La mirada de Peter se clavó en su boca—. Enhorabuena—dijo.
Lali parpadeó.
— ¿Qué he hecho? —Esperaba que no se refiriera a toda la
publicidad acerca de la Lista... Oh, Dios, la Lista. Se le había olvidado.
¿Habría leído Peter el artículo entero? Claro que sí.
—No has dicho ni un solo taco, y ya llevamos media hora
juntos. Ni siquiera juraste cuando te arrastré fuera del supermercado.
— ¿En serio?
Lali sonrió, complacida consigo misma. A lo mejor el hecho
de tener que pagar todas aquellas multas estaba surtiendo efecto en su subconsciente.
Aún pensaba muchas palabrotas, pero las multas no contaban si no las
pronunciaba en voz alta. Estaba haciendo progresos.
Peter inclinó el vaso y bebió. Lali lo contempló
hipnotizada, viendo cómo se movía su fuerte garganta. Luchó contra un violento
impulso de arrancarle la ropa. ¿Qué le estaba pasando? Había visto beber a
otros hombres a lo largo de toda su vida, y jamás la había afectado de esta
manera, ni siquiera con ninguno de sus ex prometidos.
— ¿Más? —le preguntó cuando él apuró el té y depositó el
vaso.
—No, gracias. —Aquella mirada oscura y ardiente la recorrió
de arriba abajo antes de detenerse en sus pechos—. Hoy estás muy elegante.
¿Ocurre algo especial?
Lali no iba a esquivar el tema, por muy sensible que fuera.
—Esta mañana hemos tenido una entrevista para Buenos días,
América, a la cuatro de la madrugada, ¿te lo puedes creer? He tenido que
levantarme a las dos —se quejó— y llevo la mayor parte del día en estado
comatoso.
— ¿Tanta publicidad está recibiendo la Lista? —preguntó él,
sorprendido.
—Me temo que sí —contestó Lali con parsimonia al tiempo que
se sentaba a la mesa.
Peter no se sentó enfrente de ella, sino que ocupó la silla
que estaba a su lado.
—La he visto en Internet. Es muy divertida... señorita C.
Lali lo miró boquiabierta
— ¿Cómo lo has sabido? —exigió.
Él soltó un resoplido.
—Como si no fuera capaz de reconocer esa boquita tuya de sabihonda
incluso por escrito. «Cualquier cosa que esté por encima de los veinte
centímetros es puramente de exhibición» —citó.
—Debería haber sabido que tú sólo ibas a acordarte de la
parte concerniente al sexo.
—Últimamente llevo el sexo en la cabeza constantemente. Y
para que conste, yo no tengo nada que sea de exhibición.
Si no lo tenía, le faltaba poco para tenerlo, pensó Lali,
recordando con gran fruición el aspecto que mostraba de perfil.
Peter continuó:
—Me alegro de no estar dentro de la categoría de los que va
señalando la gente.
Lali rompió a reír a carcajadas y se echó hacia atrás en la
silla, con tal fuerza que ésta se inclinó y su ocupante cayó al suelo. Se quedó
allí sentada, sosteniéndose las costillas, que ya casi habían dejado de dolerle
pero que decidieron protestar de nuevo ante aquel maltrato, pero no pudo dejar
de reír. Bubú se aproximó con cautela, pero decidió que no quería situarse
dentro de su radio de acción y buscó refugio bajo la silla de Peter.
Peter se inclinó y levantó al gato del suelo para acomodarlo
sobre sus rodillas y acariciarle el lomo alargado y estrecho. Bubú cerró los
ojos y comenzó a ronronear en un tono grave. El gato ronroneaba, y Peter
contempló a Lali, aguardando a que las carcajadas amainasen hasta convertirse
en risitas y suspiros.
Lali permaneció sentada en el suelo abrazándose las
costillas y con los ojos húmedos de lágrimas. Si le quedaba algo de rimel,
debía de tenerlo rodando por las mejillas, se dijo.
— ¿Necesitas ayuda para levantarte? —le preguntó Peter—.
Debería advertirte de que si te pongo las manos encima, quizá después tengas
problemas para separarlas de ahí.
—Puedo arreglármelas, gracias. —Con cuidado, y no sin alguna
dificultad a causa de la falda larga, se incorporó y se secó los ojos con una
servilleta.
—Muy bien. No quisiera tener que molestar a... ¿cómo se
llama? ¿Bubú? ¿Qué mierda de nombre de gato es Bubú?
—No me eches la culpa a mí, sino a mi madre.
—Un gato debería tener un nombre que le vaya. Llamarlo Bubú
es como llamar Alicia a un hijo tuyo. Debería llamarse Tigre, o Romeo...
Lali negó con la cabeza.
—Romeo está descartado.
— ¿Quieres decir que está...?
Ella asintió.
—En ese caso, supongo
que le va bien el nombre de Bubú, aunque yo creo que sería más apropiado
llamarlo Bobo.
Lali tuvo que sujetarse las costillas con fuerza para no
estallar en nuevas risas.
—Eres todo un tipo.
— ¿Y qué diablos querías que fuera? ¿Una bailarina de
ballet?
No, no quería que fuera nada excepto lo que era. Ninguna
otra persona había conseguido nunca hacer correr por sus venas la emoción como
si fuera champán, y eso constituía todo un logro, teniendo en cuenta que una
semana antes ambos no habían intercambiado otra cosa que no fueran insultos.
Habían pasado sólo dos días desde que se besaron por primera vez, dos días que
parecieron una eternidad porque no había habido ningún beso más hasta que ella
lo agarró por las orejas en el supermercado y lo acercó hasta su altura.
— ¿Qué tal está tu óvulo? —preguntó Peter bajando los
párpados sobre sus ojos oscuros, y Lali supo que sus pensamientos no andaban
muy descaminados de los de ella.
—Ya es historia —respondió.
—Entonces, vamos a la cama.
— ¿Tú te crees que lo único que tienes que hacer es decir
«vamos a la cama» y yo voy a tenderme de espaldas sin más? —dijo Lali
indignada.
—No, esperaba tener una oportunidad de hacer un poco más que
eso antes de que te tendieras de espaldas.
—No pienso tenderme
en ninguna parte.
— ¿Por qué no?
—Porque estoy con la regla. —Curiosamente, no recordaba
haberle dicho tal cosa a ningún hombre en su vida, sobre todo sin la menor
pizca de timidez.
Él juntó las cejas.
— ¿Que estás con qué? —preguntó cada vez más furioso.
—Con la regla. La menstruación. A lo mejor has oído hablar
de ello. Es cuando...
—Tengo dos hermanas; me parece que sé un poco lo que son las
reglas. Y una de las cosas que sé es que el óvulo es fértil más o menos a mitad
del ciclo, ¡no cerca del final!
Pillada. Lali frunció los labios.
—De acuerdo, te mentí. Siempre existe una mínima posibilidad
de que se altere el ciclo, y no estaba dispuesta a asumir ese riesgo, ¿vale?
Evidentemente no valía.
—Me detuviste —gruñó Peter, cerrando los ojos como si algo
le doliera mucho—. Estaba a punto de morirme, y tú me detuviste.
—Lo dices como si fuera un acto de traición.
Él abrió los ojos y la miró con expresión torva.
— ¿Y ahora qué?
Era tan romántico como una piedra, pensó Lali; entonces,
¿por qué estaba tan excitada?
—Tu idea del juego previo es probablemente algo así como: «
¿Estás despierta?» —masculló.
Peter hizo un gesto de impaciencia.
— ¿Y ahora qué?
—No.
— ¡Dios! —Se recostó en la silla y volvió a cerrar los
ojos—. ¿Y ahora qué pasa?
—Ya te lo he dicho, estoy con la regla.
— ¿Y?
—Pues que... no.
— ¿Por qué no?
— ¡Porque yo no quiero! —chilló Lali—. ¡Dame un respiro!
Peter suspiró.
—Ya entiendo. Es el síndrome premenstrual.
—El síndrome premenstrual es antes, idiota.
—Eso lo dirás tú. Pregunta a cualquier hombre, y te contará
una historia distinta.
—Como si fueran expertos —se burló ella.
—Cariño, los únicos
expertos en síndromes premenstruales son los hombres. Por eso se les da tan bien
luchar en las guerras; han aprendido Huida y Evasión en sus casas.
Lali pensó en lanzarle una sartén, pero Bubú se encontraba
en la línea de tiro y, de todos modos, antes tendría que buscar la sartén.
Peter sonrió al ver la expresión de su cara.
— ¿Sabes por qué se llama síndrome premenstrual?
—No te atreverás —amenazó ella—. Sólo las mujeres pueden
hacer chistes de eso.
—Porque la expresión «enfermedad de las vacas locas» ya
estaba cogida.
Al diablo la sartén. Miró a su alrededor buscando un
cuchillo.
—Sal de esta casa.
Peter depositó a Bubú en el suelo y se levantó, obviamente
dispuesto a ejecutar la maniobra de Huida y Evasión.
—Cálmate —le dijo, poniendo la silla entre los dos.
— ¡Y una mierda que me calme! Maldita sea, ¿dónde está mi
cuchillo de cocina? —Miró alrededor invadida por la frustración. ¡Si llevara
más tiempo viviendo en aquella casa, sabría dónde había puesto cada cosa!
Peter salió de detrás de la silla, rodeó la mesa y sujetó a
Lali por las muñecas antes de que ella recordara en qué cajón guardaba los
cuchillos.
—Me debes cincuenta centavos —dijo sonriente al tiempo que
la atraía hacia él.
— ¡No aguantes la respiración! Ya te dije que no pensaba
pagarte cuando fuera culpa tuya. —Apartó de un soplido los mechones de pelo que
le caían sobre los ojos a fin de poder fulminarlo mejor con la mirada.
Peter inclinó la cabeza y la besó.
holis de vuelta no me agradezcas nada encerio me encanta tu nove y vos me caes re bien encerio el cap genial bss noe
ResponderEliminarMasddd
ResponderEliminarjajajaja como me encanta esta novela
ResponderEliminarson unos locos los 2 jaja
quiero otro cap
besoss
me encanta, yo creo que lali y peter se re complementan, y se tienen las re ganas jeje que bueno que peter no se enojo por lo de la lista :) sube pronto!!!
ResponderEliminarBesos
ATT:alex