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martes, 29 de enero de 2013

Capitulo 38.

¡Hola hermosas! Estoy feliz, fue un buen dia, muy lindo y divertido♥ ¡Llego, llego! Me imagino que ya saben de que hablo(; Y bueno, cosas buenas, cosas malas lalala, no digo nada mejor. ¡Hasta mañana lindas!
¡Les mando besitos de amor!
Twitter: @LlaveDeCristal

Su boca era dura y agresiva, y el corazón le latía igual que una taladradora. Como sucedía siempre que la besaba, fue como si el tiempo desapareciera y dejara tan sólo el aquí y el ahora. Lali se sintió llena del sabor de Peter; notaba su piel desnuda caliente al tacto, a pesar de la lluvia que los empapaba a los dos. Peter la aprisionó contra sí rodeándola con los brazos con una fuerza tal que ella no podía inhalar profundamente, y sintió contra su vientre el empuje de su erección.

Peter estaba temblando, y de pronto Lali comprendió lo asustado que había estado por ella. Era grande y de aspecto rudo, y lo bastante fuerte para hacer frente a un buey; seguramente todos los días veía, sin inmutarse, cosas que harían a una persona corriente encogerse de horror. Pero aquella noche estaba asustado... asustado por ella.

De repente experimentó un dolor en el pecho, como si le oprimieran el corazón. Le flaquearon las rodillas y se dejó caer hacia él, fundiéndose con él, alzándose de puntillas para responder a su beso con igual fuerza, igual pasión. Peter emitió un gemido profundo; el beso se transformó y la rabia se difuminó para ser sustituida por un violento apetito. Lali se había rendido totalmente, pero aquello no parecía bastarle a Peter, porque le hundió una mano en el cabello y tiró de la cabeza hacia atrás para arquearle el cuello y dejar al descubierto la garganta, a merced de su boca. La lluvia le mojaba el rostro, y Lali cerró los ojos impotentes bajo su garra de acero, sin desear estar en ningún otro lugar.

Tras las sacudidas emocionales de los días pasados, Lali necesitaba perderse en lo físico, expulsar todo el dolor y el miedo, y sentir sólo a Peter, pensar sólo en Peter. Él le levantó los pies del suelo y empezó a caminar con ella, y ella no protestó excepto cuando dejó de besarla, no forcejeó excepto para acercarse más a él.

—Maldita sea, ¿quieres dejar de moverte? —gruñó Peter con la voz tensa, situándola a un costado mientras subía los peldaños de su propia casa.

— ¿Por qué? —La voz de Lali sonó espesa, sensual. No sabía que su garganta fuera capaz de algo así.

—Porque si no paras, voy a correrme dentro de los vaqueros —medio gritó él profundamente frustrado.

Lali meditó sobre el problema de Peter quizá por espacio de unos segundos. Ya que la única manera de estar segura de no sobreexcitarlo era librarse de sus brazos y no tocarlo en absoluto, aquello significaba privarse a sí misma de algo.

—Pues sufre —le dijo.

— ¿Que sufra? —Sonó ofendido.

Abrió de un manotazo la puerta principal y llevó a Lali adentro. La sala de estar estaba a oscuras, la única luz se filtraba desde la cocina. Peter olía a sexo, a lluvia y a pelo mojado. Lali intentó recorrer aquellos anchos hombros con las manos y se vio estorbada por el bolso y las bolsas de las compras. Con gesto impaciente, dejó caer todo al suelo y acto seguido se pegó a Peter igual que una lapa.

Maldiciendo, Peter dio unos cuantos pasos tambaleantes y aplastó a Lali contra la pared. Buscó el pantalón de ella con manos impacientes y atacó el botón y la cremallera hasta que el botón salió volando y la cremallera cedió. El pantalón resbaló hasta el suelo y quedó arrugado a los pies. Lali se quitó los zapatos y él la levantó para liberarla del montón de ropa. Inmediatamente enroscó las piernas alrededor de sus caderas, en un frenético intento de pegarse más a él, de fundir los cuerpos de ambos y aliviar aquella ardiente necesidad que la abrasaba por dentro.

— ¡Todavía no!

Jadeando, Peter inclinó su peso contra ella para sujetarla contra la pared y despegó sus piernas de alrededor de las caderas. Con la caja torácica oprimida por el peso de Peter, Lali sólo consiguió emitir el primer gemido de protesta antes de que él enganchara los dedos en la cinturilla de las bragas y tirase de ellas hacia abajo.

Oh.

Lali intentó pensar por qué quería hacerlo esperar otras dos semanas, como mínimo, tal vez un ciclo menstrual entero. No se le ocurrió nada razonable, teniendo en cuenta que tenía mucho miedo de que la misma persona que mató a Eugenia pudiera tener en su punto de mira al resto del grupo y que se daría de patadas si muriera sin saber lo que era hacer el amor con Peter. Allí mismo, en aquel momento, no había nada que fuera más importante que tomar la medida a aquel hombre.

Apartó las bragas de una patada, Peter la levantó una vez más, y ella volvió a enroscarse alrededor de él. Los nudillos de Peter le rozaron las piernas cuando se desabrochó los vaqueros y los dejó caer al suelo. Lali contuvo la respiración cuando cayó la última barrera entre ambos y sintió aquel pene presionar contra ella, desnudo y en celo, buscando. Sintió una oleada de placer que hizo chisporrotear sus terminaciones nerviosas. Se arqueó desesperada buscando más, necesitando más.

Peter lanzó un juramento en voz baja y levantó a Lali sólo un poco más para ajustar su posición. Ella sintió cómo la cabeza del pene la sondeaba, suave, caliente y dura, y después una sensación de placer casi increíble que la inundó cuando Peter cedió ligeramente y dejó que ella cayera por su peso sobre su verga. Su cuerpo se resistió al principio y luego empezó a dilatarse y a aceptarlo, centímetro a centímetro. Sintió que todo dentro de ella empezaba a tensarse a medida que la invadía un mar de sensaciones...

En aquel momento Peter se detuvo, con la respiración agitada y el rostro hundido contra su cuello. Con la voz amortiguada, le dijo:

— ¿Has empezado a tomar la píldora?

Lali clavó las uñas en sus hombros desnudos, casi sollozando de necesidad. ¿Cómo podía detenerse en aquel preciso momento? Tenía dentro sólo la cabeza del pene, y no era suficiente, ni mucho menos. Sus músculos internos se contrajeron alrededor de él en un intento de absorberlo más profundamente, y un explosivo juramento salió de la garganta de Peter.

—Maldita sea, Lali, ¿has empezado a tomar la píldora?

—Sí —logró decir ella por fin, en un tono casi tan áspero como el de él.

Peter la aprisionó contra la pared y con un fuerte impulso la penetró del todo.

Lali se oyó a sí misma gritar, pero lo percibió como un sonido distante. Todas las células de su cuerpo estaban concentradas en la gruesa verga que entraba y salía de ella, en su ritmo duro y rápido, y alcanzó el orgasmo de esa misma forma. Sintió un cúmulo de sensaciones explotar en su interior y se arqueó contra Peter, gritando, sacudiendo las caderas y con todo el cuerpo estremecido. El resto del mundo desapareció por completo.

Él se corrió un segundo más tarde, entrando en ella casi con fuerza brutal. Lali chocaba contra la pared a cada impulso, resbalando por su propio peso y obligando a Peter a penetrar aún más profundo, tanto que se tensó convulsivamente y alcanzó un nuevo clímax.

Al terminar, Peter se apoyó pesadamente contra ella, con la piel empapada de lluvia y sudor. Respiraba agitadamente y su pecho se hinchaba cada vez que tomaba aire. La casa estaba oscura y silenciosa excepto por el repiqueteo de la lluvia en el tejado y los jadeos de los sobrecargados pulmones de ambos. Lali sentía el frescor de la pared en la espalda, pero resultaba incómodamente dura.

Intentó pensar en algo inteligente que decir, pero su mente se negaba a funcionar. Aquello era demasiado serio, demasiado importante, para hacer bromitas ingeniosas. De modo que cerró los ojos y apoyó la mejilla en el hombro de Peter mientras el galope de su corazón iba calmándose gradualmente y la parte baja de su cuerpo se relajaba alrededor de la verga de él.

Peter musitó algo ininteligible y sujetó a Lali con más fuerza, sosteniéndola con un brazo alrededor de la espalda y el otro debajo de las nalgas, al tiempo que se quitaba del todo los vaqueros y se dirigía con paso inseguro al dormitorio. Todavía estaba dentro de ella, con su cuerpo anclado al suyo, cuando se inclinó sobre la cama y se acomodó encima de Lali.

La habitación estaba fresca y oscura, la cama era ancha. Le quitó a Lali la blusa de seda y el sujetador y lanzó ambas prendas al suelo. Entonces quedaron ambos totalmente desnudos, el pecho de él rozando los pezones de ella mientras comenzaba a moverse de nuevo. Esta vez el ritmo fue más lento pero no menos potente, y a cada embestida se introducía hasta la empuñadura.

Para sorpresa de Lali, la fiebre volvió nuevamente. Creía estar demasiado exhausta para excitarse de nuevo, pero descubrió lo contrario. Se afianzó con las piernas al cuerpo de Peter y movió la pelvis hacia arriba para ir al encuentro de cada arremetida, aferrándolo, atrayéndolo aún más hacia su interior, y cuando se corrió el paroxismo fue todavía más intenso que los anteriores. Peter dejó escapar un sonido gutural y alcanzó el orgasmo mientras ella aún temblaba bajo su cuerpo.

Mucho tiempo después, cuando el pulso de ambos se hubo aquietado, el sudor se hubo secado y los músculos volvieron a responder otra vez, Peter se retiró y rodó hacia un costado con un brazo sobre los ojos.

—Mierda —dijo en voz baja.

Pero como la habitación estaba tan silenciosa, Lali lo oyó. Un minúsculo acceso de ira la hizo entrecerrar los ojos. Todavía se sentía igual que un fideo flácido, pasado de cocción, por eso aquel minúsculo acceso de ira fue lo más que pudo articular.

—Vaya, qué romántico —dijo en tono sarcástico. El tipo no había podido apartar las manos de encima de ella en toda la semana, y ahora que por fin habían hecho el amor el único comentario que se le ocurría hacer es «mierda», como si toda aquella experiencia hubiera sido una equivocación.

Peter levantó el brazo con que se tapaba los ojos y giró la cabeza para mirar a Lali con cara de pocos amigos.

—Supe que ibas a ser un problema desde la primera vez que te vi.

— ¿Qué quieres decir con eso de «problema»? —Lali se incorporó devolviéndole la misma mirada—. ¡Yo no soy ningún problema! ¡Soy una persona muy agradable excepto cuando tengo que tratar con tipejos!

—Eres un problema de los peores —le espetó él—. Eres un problema de los que lo empujan a uno a casarse.

7 comentarios:

  1. mmams porfavor no nos podes dejar asi nesecito mmamsss

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  2. ahhhhhhhhh por q dijo eso ahhhh bss noe

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  3. Aaayyyy que lindoooooo

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  4. queeeeeeeeeeeeeeee???
    no entendi este final
    quiero masssssssssssssss
    besos

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  5. mi cara fue un mega :o buenisimo el cap :) quiero el proximo, cuando haces maraton???

    Soy alexa del twitter @Estrellas_p_mex besos sube pronto

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