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domingo, 30 de diciembre de 2012

Capitulo 14.

¡Perdon por subir tan tarde! Pero bueno, es mejor tarde que nunca, dicen. Les dejo capitulo largo porque mañana no creo poder subir -Aclaracion: aca en Mexico aun es 30 de Diciembre jaja- y por lo tanto subire hasta el 1 o 2 de enero, aun no se muy bien u.u
¡GRACIAS! porque apesar de lo poco que llevo en el mundo blogero(?) me han apoyado las personas que leen la novela, y tengo que decir que no me importa en absoluto tener 3 o 5 lectores, con saber que ha esas pocas personas les gusta la novela y siguen ahi, soy feliz.
Les deseo por adelantado, ¡un muy feliz año nuevo! Que sabemos un año mas para poder seguir siendo felices, les deseo: Amor, Bendiciones, Salud y demas, a todos ustedes, de corazon lo digo. ¡Que sean muy felices, y que coman mucho jeje! Que se diviertan mañana.
¡Les mando muchisisisimos besitos de amor!
Twitter: @LlaveDeCristal



—Lanzani.

Su voz profunda sonó ronca, como si aún no estuviera despierto del todo, y aquella única palabra tenía un tono de irritación.

—Er... ¿Peter?

— ¿Sí?

No es que fuera la más entusiasta de las reacciones. Lali intentó tragar saliva y descubrió que le costaba hacerlo con la lengua colgando. Volvió a introducirla en la boca y lanzó un suspiro de arrepentimiento.

—Soy Lali, su vecina. Odio tener que decirle esto, pero quizá debiera usted... cerrar las cortinas.

Él giró a toda velocidad para mirar de frente a la ventana, y los dos se observaron fijamente el uno al otro. Peter no se apartó hacia un lado ni se agachó para que Lali no lo viera, ni hizo nada que pudiera indicar vergüenza. En vez de eso, sonrió abiertamente. Maldición, ojalá no hubiera hecho tal cosa.

—Se ha dado un buen lote, ¿eh? —le preguntó al tiempo que se acercaba a la ventana y estiraba la mano hacia las cortinas.

—Pues sí. —Se había pasado cinco minutos enteros sin parpadear, por lo menos—. Gracias. —Peter cerró las cortinas, y al instante todo su cuerpo se puso de luto.

—Ha sido un placer —rió él—. Tal vez un día pueda devolverme el favor.

Colgó antes de que Lali pudiera replicar, lo cual fue una suerte, porque estaba sin habla. Mientras bajaba las persianas se dio mentalmente una palmada en la frente. ¡Idiota! Lo único que tenía que hacer en cualquier momento era cerrar sus propias persianas.

—Sí, debo de ser idiota —le dijo a Bubú.

La trastornó la idea de desvestirse enfrente de él... y también la excitó. ¿Qué era, una exhibicionista?

Nunca lo había sido en el pasado, pero ahora... Tenía los pezones duros, le sobresalían como si fueran dos frambuesas, y en cuanto al resto de su cuerpo... Bueno. Nunca le había gustado el sexo casual, pero aquel súbito deseo por Peter el tipejo, precisamente él, la había dejado anonadada. ¿Cómo podía pasar de tipejo a tío bueno con sólo quitarse la ropa?

— ¿Tan superficial soy? —le preguntó a Bubú, y reflexionó un instante sobre ello, y después asintió—. Puedes apostar que sí.

Bubú maulló, evidentemente de acuerdo con ella.

Oh, Dios. ¿Cómo iba a poder mirar otra vez a Peter sin recordar cómo era desnudo? ¿Cómo iba a poder hablarle sin sonrojarse ni que notara que tenía un grave problema de calentón por su cuerpo? Se sentía mucho más cómoda teniéndolo de adversario que viéndolo como objeto de deseo. Prefería que sus objetos de deseo se mantuvieran a una distancia segura... digamos, en la pantalla de un cine.

Pero él no se había sentido violento, así que ¿por qué iba a sentirse violenta ella? Ambos eran adultos, ¿no? Ya había visto hombres desnudos otras veces, sólo que nunca había visto a Peter. ¿Por qué no podía tener una barriga de bebedor de cerveza y una salchicha marchita, en lugar de unos abdominales duros como piedras y una impresionante erección matutina?

Comenzó a babear de nuevo.

—Esto es deplorable —dijo en voz alta—. Tengo treinta años, no soy una adolescente de las que gritan cuando ven a... quienquiera que sea el que está de moda. Al menos debería ser capaz de controlar mis glándulas salivales.

Pero sus glándulas salivales opinaban de modo distinto. Cada vez que le venía a la cabeza una imagen de Peter, lo cual sucedía aproximadamente cada diez segundos —tenía que disfrutar de ella durante unos nueve segundos antes de apartarla de su mente—, se veía obligada a tragar saliva. Una y otra vez.

 El día anterior se había ido temprano a trabajar, al mismo tiempo que se iba Peter. Si hoy se fuera a su hora acostumbrada, él ya se habría ido, ¿no?

Pero Peter había dicho que formaba parte de un equipo especial y que tenía un horario irregular, por lo tanto podía marcharse a cualquier hora. No podía programarse a sí misma para no coincidir con él; tendría que proceder como de costumbre y mantener los dedos cruzados. Quizás al día siguiente pudiera enfrentarse a él con mayor compostura, pero hoy no, desde luego no con todo el cuerpo revolucionado y las glándulas salivales trabajando horas extra. Se olvidaría de ello y se prepararía para ir a trabajar.

Se plantó delante del armario abierto, sumida en un dilema. ¿Qué se ponía una cuando existía la posibilidad de encontrarse con el vecino al que acababa de ver desnudo?

Mejor pecar de precavida, decidió por fin, y escogió el traje de pantalón más serio que tenía. Poco importaba que siempre le hubiera gustado el modo en que los pantalones se le adherían al trasero, o que suscitara unos cuantos comentarios de admiración por parte del contingente masculino de la empresa; aquel día no iba a ver a Peter. Tenía que sentirse todavía más incómodo que ella por lo ocurrido. Si alguien tenía que evitar a alguien, sería él quien la evitaría a ella.

¿Le habría dirigido un hombre avergonzado aquella sonrisa malévola? Él sabía que estaba bueno; más que bueno, maldita sea.

En un esfuerzo por desviar sus pensamientos de exactamente cuan bueno estaba Peter, encendió la televisión para ver el informativo matinal mientras se vestía y se maquillaba.

Se estaba aplicando una barra correctora al hematoma de la mejilla cuando la locutora del informativo local dijo en tono festivo:

—Freud jamás descubrió lo que quieren las mujeres. Sin embargo, si hubiera hablado con cuatro mujeres de esta zona, hubiera sabido la respuesta a su famosa pregunta. Averigüe si su marido o novio es el hombre perfecto en cuanto regresemos, después de la publicidad.

Lali se quedó tan estupefacta que ni siquiera se le ocurrió una groseria que soltar. De pronto sintió que se le debilitaban las piernas, y se derrumbó sobre la taza del inodoro. Dawna, la muy bruja, debió de delatarlas inmediatamente. No... Si tuviera nombres, el teléfono no habría dejado de sonar. Hasta el momento seguían siendo anónimas, pero aquello iba a cambiar aquel mismo día.

Corrió al dormitorio y marcó el número de Rochi, rezando en silencio para que su amiga aún no se hubiera ido a trabajar. Rochi vivía más lejos que ella, de modo que salía de casa un poco más temprano.

—Diga. —La voz de Rochi sonó apresurada y un tanto irritable.

—Soy Lali. ¿Has visto las noticias esta mañana?

—No, ¿por qué?

—La noticia es el hombre perfecto.

—Oh, Dios mío. —Rochi pareció estar a punto de desmayarse, o de vomitar, o de ambas cosas.

—Todavía no tienen nuestros nombres, creo yo, porque no ha llamado nadie. Pero alguien de Hammerstead 
se lo imaginará hoy, y eso quiere decir que para después de comer será de dominio general.

—Pero no va a salir por televisión, ¿no? Pablo siempre ve el informativo.

— ¿Quién sabe? —Lali se frotó la frente—. Supongo que dependerá de lo que dure hoy el informativo. Pero si fuera tú, yo desconectaría todos los teléfonos y desenchufaría el que está enganchado al contestador automático.

—Hecho —dijo Rochi. Guardó silencio unos instantes y dijo en tono sombrío—: Supongo que descubriré si Pablo y yo tenemos algo que merezca la pena conservar, ¿no crees? No puedo esperar que esté contento con todo esto, pero sí espero que sea comprensivo. Después de hablar del hombre perfecto la semana pasada, he estado pensando un poco, y... bueno...

Y Pablo no había salido muy bien parado de la comparación, pensó Lali.

—Pensándolo mejor —dijo Rochi en voz muy baja—, no voy a desconectar los teléfonos. Si ha de ocurrir, prefiero enfrentarme a ello.

Después de colgar, Lali se dio prisa en terminar de arreglarse. La rápida llamada telefónica no le había llevado mucho tiempo, y la pausa publicitaria de la televisión estaba terminando ya. Entonces, la voz alegre de la locutora la hizo encogerse.                   

—Cuatro mujeres de esta zona han dado a conocer su lista de requisitos del hombre perfecto...

Tres minutos más tarde, Lali cerró los ojos y se dejó caer débilmente contra el tocador. ¡Tres minutos! Tres minutos era una eternidad en los medios de comunicación. Precisamente aquel día no había habido tiroteos, accidentes que bloqueasen las autopistas, una guerra, una hambruna... ¡cualquier cosa para no sacar en las noticias aquella historia insignificante!

En el informativo no habían mencionado los requisitos más groseros, pero se aseguraron de que los espectadores supieran que podían obtener la Lista, como la habían denominado, y el artículo que la acompañaba, en su totalidad, en la página web de la emisora. Entrevistaron a hombres y mujeres para conocer su reacción a los puntos de la Lista. Por lo visto, todo el mundo estaba de acuerdo en los cinco primeros requisitos, pero a partir de allí las opiniones empezaban a divergir; en general las mujeres tenían una opinión y los hombres otra.

A lo mejor si se tomara una semana de vacaciones, empezando inmediatamente, todo aquello se hubiera desinflado para cuando regresara de Mongolia Exterior.

Pero eso sería la salida propia de un cobarde. Si Rochi necesitaba apoyo, Lali sabía que tenía que estar presente para prestárselo. También Eugenia podría enfrentarse al final de su relación, pero en opinión de Lali, quedarse sin Bruck no significaría una pérdida tan grande, y además Eugenia se merecía una regañina por habérselo contado todo a Dawna.

Avanzando con miedo a cada paso que daba, se obligó a sí misma a salir y dirigirse al coche.

Mientras abría la portezuela, oyó una puerta que se abría detrás de ella y automáticamente volvió la vista hacia atrás. Por espacio de unos instantes se quedó mirando fijamente a Peter, que estaba echando la llave a la puerta de la cocina; entonces volvió aquel recuerdo arrollándolo todo y el pánico la hizo manotear con el tirador de la puerta.

Nada como un poco de escándalo para hacer que una mujer se olvide de que desea evitar a un determinado hombre, pensó furiosamente. ¿No habría estado observándola?

— ¿Ya se siente mejor hoy? —le preguntó Peter, acercándose.

—Estoy bien. —Lali arrojó su bolso en el asiento del pasajero y se situó detrás del volante.

—No lo ponga ahí—aconsejó el vecino—. Cuando se detenga en un semáforo, puede acercarse alguien, romper la ventanilla del coche, agarrar el bolso y desaparecer antes de que usted se dé cuenta de qué está pasando.

Lali cogió sus gafas de sol y se las puso, patéticamente agradecida por la protección que éstas le proporcionaron cuando se atrevió a mirar a Peter.

— ¿Y dónde debería ponerlo, entonces?

—El sitio más seguro es el maletero.

—Eso resulta muy incómodo.

Él se encogió de hombros. Aquel movimiento hizo que Lali se percatara de la anchura de sus hombros, y eso le recordó otras partes de su cuerpo. Sintió un calor que empezaba a subirle a las mejillas. ¿Por qué no podía ser un borracho? ¿Por qué no seguía vistiendo pantalones de algodón y una camiseta sucia y hecha jirones, en vez de un pantalón de color tostado claro y una camisa de seda azul oscura?

Alrededor de su fuerte cuello llevaba una corbata floja de colores crema, azul y carmín, y una chaqueta en la mano. Aquella enorme pistola negra iba guardada en una funda pegada a su riñon derecho. Lucía un aspecto duro y competente, y demasiado atractivo para la paz de espíritu de Lali.

—Lamento haberla incomodado esta mañana —dijo Peter—. Todavía estaba medio dormido y no me fijé en las ventanas.

Lali logró alzarse de hombros en un gesto de indiferencia.

—No me ha incomodado. Son accidentes que ocurren. —Descasa marcharse, pero él estaba tan cerca que no podía cerrar la portezuela del coche.

Peter se agachó en cuclillas en la V que formaban el coche y la puerta abierta.

— ¿Está segura de que se encuentra bien? Aún no me ha insultado, y llevamos hablando... —consultó su reloj— unos treinta segundos ya.

—Hoy estoy de buen humor —repuso ella en tono terminante—. Ahorro energía por si sucede algo importante.

Él sonrió ampliamente.

—Ésa es mi chica. Ya me siento mejor. —Alargó una mano y la tocó levemente en la mejilla—. Ha desaparecido el hematoma.

—No, aún lo tengo. El maquillaje es algo maravilloso.

—Ciertamente.

Su dedo resbaló hasta la hendidura de la barbilla y la tocó ligeramente antes de retirarse. Lali se quedó petrificada, atrapada por la súbita revelación de que el vecino estaba coqueteando con ella, por el amor de Dios, y el corazón volvió a querer salírsele del pecho.

Ay, Dios.

—No me bese —dijo en tono de advertencia, porque él parecía estar más cerca aunque no lo había visto moverse, y su mirada estaba fija en su rostro, esa mirada tan intensa que adoptan los hombres antes de hacer su movimiento.

—No es ésa mi intención —replicó él sonriendo apenas—. No me he traído el látigo y la silla. —Se incorporó y dio un paso atrás con la mano en la puerta del coche para cerrarla. Hizo una pausa y miró a Lali
—. Además, en este preciso momento no tengo tiempo. Los dos tenemos que ir a trabajar, y no me gustan las cosas precipitadas. Necesitaré un par de horas, por lo menos.

Lali sabía que debía mantener la boca cerrada. Sabía que debía limitarse a cerrar la portezuela y arrancar. Pero en vez de eso dijo sin pensar:

— ¿Un par de horas?

—Sí. —Él le dedicó otra de aquellas sonrisas peligrosas y lentas—. Aún sería mejor tres horas, porque me imagino que cuando efectivamente la bese, los dos terminaremos desnudos.

4 comentarios:

  1. es broma q la dejas asi!
    justo cuando se estan acercando
    espero el proximooooooooo
    saludos gabi

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  2. sajkhfkjdgjfdfskhdfsgdlghs Yo estaria roja de la verguenza si fuera lali! Y explicame la logica de esta mujer que en vez de cerrar su cortina lo llama para que cierre la de él y encima lo mira mientras le cae la baba? Evidenciate mas mujer si eso es posible, que lo dudo. ¿y como le va a decir que no la bese? empeza a cerrar la boca mejor mujer! por favor! Aunque Peter que siempre se hace el correcto y habla lo justo y necesario desde que la vio a Lali observandolo se puso quenchi o que? para mi se aprovecha xq sabe que a Lali le cae la baba por el!
    Me encanta jajaja
    Hace unos dias que no hablamos :( Si no llegamos hablar mañana te deseo un hermoso comienzo de año nuevo! Pasatelo INCREIBLE! :)
    Besos
    Juli♥
    @amorxca

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  3. Jajaja que directo peter me encanta y uando salgan sus nombres HOO :O

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  4. desde el domingo espero el cap!!, paso algoo?

    feliz año vale! espero que tengas un buen año
    saludos gabi

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